La dignidad de Simona [1] y la indignidad de un Estado ausente

Simona. Mujer dominicana. Denuncia. Engaño y explotación sexual. Prostitución. Explotación petrolera. Trata y redes mafiosas. Incumplimiento de leyes vigentes. Las acciones del Estado contra la Trata que no llegan. El negocio millonario.

“Mi situación aquí en Argentina: he venido a trabajar, pero he sido engañada al llegar al lugar. Me habían dicho que trabajaría en una fábrica, pero resulta que era el trabajo en un boliche, para prostitución. Yo no deseo realizar este trabajo, quiero realizar otro tipo de trabajo, para regresar a mi país. Quiero contarles que tengo mi grupo familiar que consta de cuatro hijos y mi esposo. Deseo por favor que me ayuden para regresar, he pasado muy tristes momentos al ser engañada”
Extractos de la carta de Simona entregada a La Revuelta

trata_LZ_1El pasado 8 de abril las integrantes de La Revuelta recibimos una nueva denuncia para ser atendida en nuestro servicio de asesoramiento y acompañamiento Socorro Violeta. En una carta que nos entregara una trabajadora de salud pública, leíamos el relato de una mujer engañada y obligada a prostituirse. Leerla nos provocó sacudones corporales intensos. Ciertas empatías a través de un papel en el que se condensa parte de una historia cargada de violencias.

Durante casi un mes estuvimos abocadas en acompañarla y en gestionar la restitución a su país.

Pese a las promesas de que su regreso sería antes del 13 de mayo, esto aún no se garantizó. Seguimos exigiendo a las autoridades correspondientes que se produzca de manera inminente.

Este escrito tiene algunas pretensiones:

  • trazar algunas de las situaciones que se nos presentificaron ante este nuevo “caso”;
  • señalar serias denuncias para con el accionar de un Estado que dice querer combatir la Trata y la Prostitución;
  • aportar a generar políticas públicas adecuadas allí donde hubo abandono y negligencias;
  • sospechar de las campañas rimbombantes pergeñadas en espacios gubernamentales que poca efectividad tienen en las vidas concretas de mujeres obligadas a prostituirse;
  • contribuir a hacer efectiva la proclama de “desmantelamiento de las redes de trata y prostitución” que graffiteamos en las paredes de la ciudad;
  • seguir apostando a cambiar este estado de cosas a partir de las reflexiones críticas que nos permitan construir nuevos
  • sentidos sobre nuestras actuancias feministas en un tema en extremo complejo.

Simona, es una mujer dominicana de 36 años. Empobrecida económicamente. Engañada por una Red de Trata de personas. Arribó a Argentina con la ilusión de trabajar en una fábrica y así enviar dinero a su marido; a sus 3 hijas y a su hijo.

En el mes de febrero inició su viaje al sur del continente; 8 días le llevó la travesía. El vuelo la condujo hasta Perú; desde allí todo continuaría por vía terrestre. Numerosas e inimaginables fronteras atravesó Simona en pocos meses.

El primer destino asignado: la ciudad balnearia de Mar del Plata. De allí una localidad petrolera de la provincia de Neuquén. Es sabido y naturalizado: la ruta del petróleo es la ruta de la trata y la prostitución. También la ruta del turismo. Es más, la presencia -que de tan elocuente pasa desapercibida- de mujeres dominicanas en el país y en nuestra región, es un efecto más de la naturalización de la explotación sexual. Lejos estamos que sus presencias obedezcan a la firma de acuerdos bilaterales de colaboración mutua entre gobiernos de países latinoamericanos.

Están acá por los pactos mafiosos de las redes de trata, prostitución y crimen organizado. Están acá para que sus cuerpos sean los proveedores de ganancias millonarias para el negocio prostibulario y una extensa y enmarañada red capitalista. Están acá para que los clientes consuman a destajo a las mujeres mercantilizadas. Cuerpos de mujeres vueltos medio de producción de un sistema capitalista-heteropatriarcal insaciable, tan insaciable como la mentada sexualidad irrefrenable de la masculinidad hegemónica que anida en los clientes. Como escribe Juan Carlos Volnovich[2]: “La ‘prostitución’ es el analizador privilegiado de la cultura actual porque es en la explotación sexual comercial donde el patriarcado lleva al límite los imperativos impuestos por la sociedad de consumo y hace evidente la condición de mercancía de los cuerpos. Cuerpos cuyo aprovechamiento y goce tienen un costo y un rendimiento que se juega en el intento fallido por reforzar el valor del equivalente universal dinero y restituir el poder (si alguna vez lo han perdido) de los varones”.

Simona es una, apenas una de las miles de mujeres engañadas. Sus vivencias se repiten como parte de un destino que aparece casi predestinado: pobreza, vulnerabilidad, falta de acceso a educación, a salud, a vivienda, a bienes culturales, cosificación de cuerpos de mujeres y niñas/os al servicio del goce masculino. América Latina se ha convertido en una región de gran vulnerabilidad en el delito de trata de personas, debido a las injustas desigualdades sociales y económicas existentes en sus países. “Entender la trata implica analizar en qué contexto se mueve. En primer lugar la trata [en términos generales] es un negocio que mueve 32 mil millones de dólares anuales en el mundo y se lleva la vida [son incorporadas a las redes] de más de 4 millones de mujeres y niñas“, cuantifica Fabiana Tuñez de la Casa del Encuentro. Y el 80% de las víctimas de trata están presas de la prostitución forzosa según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

Huir de la trata: un tránsito por políticas fangosas

trata_LZ_2Simona abandonó el prostíbulo una tarde de abril, huyendo en un colectivo de línea. Para ese entonces sabía que un grupo de mujeres a las que no conocía estaban dispuestas a ayudarla. El rescate no contó con las fuerzas de (in)seguridad; fue posible por el compromiso de quienes la escucharon y se solidarizaron con ella en una iglesia; por la decisión de una trabajadora de salud pública que buscó ayuda en una organización de mujeres; por las revueltas que pusimos nuestro activismo al servicio de esta causa durante días enteros. Articuladas de diversas maneras posibilitamos su liberación, acompañamiento, sostén emocional y asistencia en víveres y otros insumos necesarios mientras estuvo alojada en un refugio.

Simona movilizó la solidaridad de feministas latinoamericanas. Tendimos una red de apoyo y acompañamiento para el regreso a su país; el trabajo articulado con compañeras feministas permitió activar mecanismos de protección y asistencia para colaborar en la seguridad y la atención de Simona que aquí no ha tenido.

Desde la fiscalía federal encontramos compromiso atento para con Simona y esta causa. La denuncia que realizara ya desde el mismo día en que descendió del colectivo, posibilitó iniciar la acción penal correspondiente y ordenar su asistencia y protección. El día 22 de abril se produjo la detención de una mujer que la reclutó, engañó y trasladó a Argentina. Sin familia, sin domicilio ni trabajo fijo en el país se sospecha que esta persona integra una organización de tratantes con conexiones en varios puntos del país. También sabemos que la jueza Pandolfi el viernes 30 de abril ordenó la libertad de esta persona; desconocemos sus argumentos.

Las autoridades de la provincia de Neuquén mostraron su incapacidad para hacer respetar lo que establece la Ley Nacional 26.364 “De prevención y sanción de la Trata de personas y asistencia a sus víctimas” sancionada en el año 2008[3] además de una serie de Tratados y Convenciones Internacionales de DDHH, a las que Argentina adhirió incorporándolas con rango constitucional (Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional y el Protocolo de Palermo para Prevenir, Reprimir y Sancionar la Trata de Personas, especialmente Mujeres y Niñxs -Año 2000-). Todo lo cual conforma un cuerpo vigente de leyes, que obliga y compromete al Estado Provincial a brindar atención especializada, protección y seguridad a las víctimas de este ultrajante delito.

Como complemento de la Ley Nacional, se aprobó también en el año 2008 el Programa Nacional de Prevención y Asistencia a las Víctimas de la Trata de Personas y su correspondiente Protocolo de Asistencia a Víctimas de Explotación Sexual y Trata.

Algunos de los derechos reconocidos en los instrumentos nacionales:

  1. A recibir información en un idioma que comprendan;
  2. A que se les proporcione alojamiento apropiado, alimentación y se facilite su higiene personal;
  3. A contar con urgente asistencia psicológica, médica y jurídica gratuita;
  4. A prestar testimonio en condiciones especiales de protección, y a la protección frente a toda posible o efectiva represalia;
  5. A ser informada de las actuaciones, de las medidas adoptadas y de las consecuencias del proceso;
  6. A ser oída y que se tenga en cuenta su opinión en todas las etapas del proceso;
  7. A que se proteja su identidad e intimidad;
  8. oponerse a la realización de peritajes sobre su cuerpo o, en caso de consentirlos, a ser acompañada por alguien de su
  9. confianza y a que sean realizados por personal profesional especializado y formado con perspectiva de género;
  10. A iniciar procedimientos para la restitución de sus derechos y obtención de indemnización;
  11. A permanecer en el país, de conformidad con la Ley, y a recibir la documentación que acredite tal circunstancia;
  12. A que se les facilite el retorno al lugar en el que estuviere asentado su domicilio.
  13. A ser incorporadas en el Programa Nacional de Prevención y Asistencia a las Víctimas de la Trata de Personas;

Denunciamos que la mayoría de estos derechos no fueron garantizados para con Simona. Parece una ironía del destino entrar al edificio donde funciona la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia y encontrase con un único afiche en sus paredes, en que se leen varios de los derechos de víctimas de Trata.

Denunciamos que la falta de articulación Ministerial y en consecuencia la demora de la intervención especializada, (que debía estar a cargo de personal profesional calificado), acrecentaron la angustia y el terror de Simona. Quien incluso debió soportar el asedio telefónico por parte de personas de su país, instándola a que levante la denuncia contra la mujer detenida.

Denunciamos las inadecuadas características del lugar en que estuvo refugiada: sin seguridad para Simona –con acceso libre a otras personas, sin personal capacitado para contenerla, la falta de elementos básicos para su higiene personal, sin dinero y con escasos alimentos. Todo esto aumentó la vulnerabilidad de Simona, y acentuó sus dudas y temores.

Denunciamos que la falta de celeridad y atención adecuada arroja a las mujeres a volver a los lugares de explotación. Simona se planteó esta posibilidad al ver que la enviarían a su país sin una indemnización que le permitiera afrontar la deuda contraída para su viaje.

Denunciamos que el argumento esgrimido por el Subsecretario de Justicia y Derechos Humanos, Claudio Gabriel Gastaminza, en audiencia tardía concedida a nuestra colectiva, diciendo que: “es un delito nuevo sobre el que no tenemos aún mecanismos aceitados para combatirlo” es una coartada para des-responsabilizarse de las obligaciones que les compete como funcionarios públicos encargados de hacer cumplir las leyes.

Denunciamos el vacío en materia de políticas públicas para la asistencia integral de víctimas de trata y explotación sexual, para su prevención y la persecución y represión del delito; la inexistencia de programas de atención victimológica específicos y actualizados; la falta de sensibilización y capacitación desde una perspectiva de Género y DDHH, a las/os profesionales que deben intervenir para la asistencia y tratamiento de las víctimas, como también a funcionarixs de Juzgados y Fiscalías; la fragante mora en la ejecución de campañas de prevención. La falta de canales eficaces donde denunciar, ni siquiera se cuenta con un 0800 que facilite denuncias telefónicas.

Denunciamos que desde el Programa Nacional se giraron $ 100.000 para uso exclusivo del Ministro de Justicia (por entonces a cargo de Jorge Pérez) para uso exclusivo en favor de las víctimas de Trata y su prevención y se desconocen los destinos de su utilización.

Denunciamos a los clientes que concurren a estos espacios de esclavitud: “Sin clientes no hay prostitución”.

Denunciamos las irregularidades que se cometen en los procesos de investigación o juzgamiento, los grandes responsables de este delito transnacional jamás son descubiertos, los proxenetas, rufianxs y encargados están libres o con penas mínimas y amedrentan a quienes se atreven a denunciar o colaborar en los rescates.

La indignidad de un Estado anida allí, donde por acción u omisión, no se convierte en garante de los derechos humanos de las víctimas. Quizás, porque en definitiva las mujeres empobrecidas, marginalizadas, de color… pueden seguir siendo tratadas como ciudadanas de segunda.

Para finalizar, saludamos el coraje y la dignidad de Simona. Simona, una mujer que en estas circunstancias logró escapar de esas pinzas patriarcales que existen y se dejan sentir con fuerza. Simona, una mujer que nos vuelve a reafirmar la importancia del trabajo colectivo y articulado, allí donde el estado proxeneta habilita lugares para que las redes mafiosas sigan operando.

Teléfono de contacto: Liliana Papa: 0299-155836833.

Fotos: Laura Zurbriggen

[1] Nombre ficticio por razones de cuidado y seguridad.
[2] Volnovich Juan Carlos: Ir de Putas. Reflexiones acerca de los clientes de la prostitución. 2006. Buenos Aires. Editorial Topía.
[3] Ley Nacional que en nuestra opinión, como la de numerosas organizaciones feministas del país, no combate el delito en todos sus términos e incluso obliga a las mujeres mayores de 18 años a demostrar que no fueron esclavizadas contra su voluntad.

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