Un portazo a la misoginia Caso Patricio Orlando, Expte. Nº 5748

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La misma Facultad de Derecho y Ciencias Sociales (Fadecs) de la UNCo, que casi un año atrás nombrara profesor consulto al profesional de la misoginia Oscar Pandolfi, el viernes 20 de agosto, gracias a la acción sostenida de la Comisión de Mujeres y el Centro de Estudiantes, resolvió en su Consejo Directivo iniciar sumario administrativo y separar del cargo al docente Patricio Orlando, denunciado por abuso de poder y especial trato discriminatorio hacia las mujeres. Las acciones están acompañadas por nuestra Colectiva, mediante el servicio de asesoramiento legal Socorro Violeta.

Patricio Orlando es docente interino –orientación Locución, de la carrera de Licenciatura en Comunicación Social– de la Fadecs.

Diez años atrás, se podría decir que aparece el primer registro escrito de una denuncia contra el docente Orlando, por parte de una estudiante que manifestó ser víctima de acoso sexual y que ante la inercia de la institución –sumario inconcluso mediante-, finalmente resolvió dejar su carrera. Nos preguntamos: ¿cuántas otras tuvieron que irse? ¿Cuántas otras habrán optado por callar?

El otro registro, el corporal, el subjetivo es indudablemente anterior y ha circulado en la cultura institucional entre los y las estudiantes muchas veces como rumor, anécdotas de situaciones que no se desean a nadie.

Si bien los relatos dan cuenta que el docente hoy sumariado tiene una predilección “especial” por violentar a las mujeres, los varones no son inmunes a las conductas discriminatorias, sexistas e injuriantes y de abuso de poder perpetradas por dicho docente.

Frases homofóbicas del tipo “¿con esa voz de maricón pensás ser locutor?”; “miradas o piropos hacia ellas”; expresiones de angustia, impotencia y llanto porque cualquier cosa aparece como insuficiente para lograr la aprobación de la materia; un “discurso cargado de sugerencias hacia la inferioridad del género femenino” al punto de sugerir a una dupla de mujeres que trataran “el tema culinario o cosas de mujeres”; hasta descalificaciones del tipo “así como estás vos, no vas a quedar en ningún casting”, son parte del inventario de prácticas tendientes a fijar los estereotipos de género.

Gestos, chistes sexistas, desigual distribución de tareas, conforman esos “invisibles sociales”, que tenemos dificultades de ver porque se han naturalizado. Gran parte de su eficacia radica justamente en esa imposibilidad de cuestionarlos, de reconocerlos como violencias.

Que haya pocos egresados en esa carrera no es una novedad, que los/as estudiantes deserten durante los primeros meses del cursado, tampoco. Pero no es un dato menor.

La consecuencia es que al minimizarse los hechos, al otorgarles de alguna manera la categoría de “normales” o “habituales”, la institución desmiente las experiencias de las y los estudiantes y de esta manera hace mucho tiempo que se desvía la responsabilidad del docente, preservando su figura intacta.

Es probable que muchas mujeres hayamos aprendido a agudizar la mirada y a detectar más rápidamente esa “violencia invisible” porque nos toca día a día enfrentar la diversidad de formas en que se expresa la matriz patriarcal, por eso no es casual que quienes hayan tenido la iniciativa de denunciar sean mujeres. Mujeres hartas que decidieron poner coto a la pedagogía del miedo circundante. Jóvenes y adultas y con ellas, otros y otras. También docentes de esa casa de estudios sumaron sus voces de denuncia y activaron para que el Consejo Directivo emita un mensaje capaz de producir nuevos sentidos.

Ojalá, la facultad que también forma profesionales para el ejercicio del derecho, sea capaz de impartir justicia, mediante la investigación y resolución sumarial abierta bajo el Expte. Nº 5748.

Sin dudas, los efectos de estas denuncias –iniciadas por las estudiantes de la Fadecs– contribuyen a bloquear los abusos de poder de los muchos Orlandos que transitan por la Universidad Pública. Vale entonces que sigamoscomprometiendo nuestros esfuerzos activistas para cambiar también la vida en las aulas.

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