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Vuelve a reunirse un encuentro nacional de mujeres (ENM). Ya van 24 años.





Esta vez, se realiza en Tucumán, la tierra de la Negra Sosa, de Manuela Pedraza, – heroína de la lucha por la independencia –, de Hilda Guerrero Molina, de Paulina Lebbos, provincia que sufrió el secuestro y la desaparición de muchos de sus hijos e hijas en la dictadura del '76 y que, producto de la lucha, sentó en el banquillo de los acusados al genocida Bussi. Tucumán es también una de las tres provincias argentinas que no adhirieron a la Ley Nacional de Salud Sexual y Reproductiva y es, además, parte de la ruta de la trata de personas. Recordemos que el caso emblemático de la tucumana Marita Verón puso en evidencia la situación de cientos de mujeres, niños y niñas, secuestradas por las redes de explotación sexual.


Llegaremos desde distintos puntos del país, pero sobre todo desde diferentes experiencias, desde diferentes vivencias y pensamientos. Año a año, la cita se cumple, a pesar de los obstáculos que interponen el fundamentalismo religioso, especialmente el de la Iglesia Católica, y los gobiernos y partidos políticos que les son funcionales.


La virulencia con que se construye un ataque a los derechos de las mujeres, desde la institucionalidad religiosa, da cuenta de lo funcional que resulta el fundamentalismo, para el sostenimiento y la reproducción del patriarcado, y del capitalismo.


Lo que esta en juego es continuar y resignificar el disciplinamiento de nuestros cuerpos. La obediencia de las mujeres es para la iglesia tan importante, como lo ha sido el sostenimiento de la esclavitud. No olvidamos que fue por una bula papal que se decretó que los negros eran 'amentes', para 'lavar las culpas' por el genocidio de los pueblos africanos.


Ahora, sin bula papal, se trata de repetir, una y otra vez, que las mujeres no tenemos sexo, más que para reproducir la fuerza de trabajo.


Fábricas de hombres y mujeres expropiados en su energía creadora. Ése parece ser el rol de las mujeres. Vientres fecundos. Pero poco de reconocernos en nuestros deseos, en nuestras necesidades, o en nuestros derechos.


Sin embargo, año a año, los ENM permitieron desnudar esa fuerza esclavizante de las ideologías fundamentalistas.


Año a año, hemos superado obstáculos, y de manera autónoma nos organizamos para construir nuestros propios debates, no impuestos por una agencia o por una financiadora.


Los talleres de los encuentros, abarcan la diversidad de temáticas que nos atraviesan. Somos trabajadoras, estudiantes, campesinas, desocupadas, artistas, científicas... Nos preocupan los derechos humanos, los derechos de las mujeres, los problemas de la infancia, nuestra sexualidad, la posibilidad de decidir sobre nuestros cuerpos, la libertad en nuestras elecciones sexuales, la diversidad y la disidencia, las bases militares en Colombia, la represión en Terrabusi, la libertad de Romina Tejerina, la situación en las cárceles, la trata de personas, en especial mujeres niñas y niños, las redes de prostitución, el derecho al aborto, el golpe de estado en Honduras, la intervención militar en Haití.


Todo nos inquieta, y sobre todo hablaremos todas.
En talleres, en las plazas, en las marchas, en las celebraciones.
Hablaremos, pensaremos, nos encontraremos.


Un momento sin dudas importante será el encuentro con otras mujeres latinoamericanas: hondureñas, brasileñas, colombianas, venezolanas, nicaragüenses y otras, convocado por Feministas Inconvenientes, junto a otras organizaciones como el frente Darío Santillán, y fuera del horario de los talleres. Este encuentro dentro del encuentro será seguramente un momento para atar cabos en nuestra solidaridad concreta y material, en la denuncia contra el golpe de estado y contra todas las formas de violencia machista.


Con la fuerza que nace de nuestros cuerpos tantos siglos subordinados, pero también tantos siglos insubordinándose.
Con la alegría que nace del encuentro.
Con la intensidad que nace de nuestras diversas miradas, reconociéndose en la historia.

Marcaremos en Tucumán a los señores de la trata de mujeres, de las redes de prostitución.
A los secuestradores de todas las Maritas.
A los responsables de la impunidad que continúa.
Y al tiempo de denunciar, anunciaremos que en el horizonte de nuestras rebeldías, estamos de cuerpo entero.
Para seguir escribiendo en el camino... para seguir dejando huellas en la historia.


Liliana Daunes – Claudia Korol
(Bs. As., 8–10–09)


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