El 12 de agosto, se llevará adelante un conversatorio con Andrea Testa, la directora del documental “Niña Mamá”. A partir de las 18 horas se transmitirá a través de las redes sociales de la Colectiva feminista “La Revuelta”.
La mesa estará compuesta, además de Testa, por Belén Grosso (maestra, activista feminista en la Revuelta Neuquén), Verónica Bisdorff (psicóloga feminista y asesora comunitaria del plan ENIA en Salta), acompañadas por la coordinación de Florencia Castello (Mujeres Audiovisuales).
Los deseos personales y la vulnerabilidad extrema no son compatibles a la hora de elegir. Los hospitales públicos son una de las tantas instituciones por las que caminan diferentes situaciones y realidades de extrema complejidad. Abarcar todas ellas y poder plasmarlas en un producto audiovisual se torna interminable y, al mismo tiempo, doloroso.
“Me considero una persona con consciencia de clase, incluso desde mi lugar de privilegio; pero esta experiencia me permitió palpar esas realidades que uno imagina que pasan”, expresó Andrea Testa, directora del documental “Niña Mamá”.
Se trata de una producción que refleja el encuentro de deseos y tensiones durante maternidades forzadas y el miedo que provocan los abortos clandestinos inseguros. Adolescentes y niñas que transitan un embarazo o que deciden interrumpirlo relatan sus historias dentro de un hospital público, en charlas con trabajadoras sociales y con personal médico, atravesadas por la violencia institucional, machista y en contextos de pobreza y vulnerabilidad.
“La película no quiere cerrar una línea, sino que pretende abrir una mirada a la realidad”, dijo su directora quien además aseguró haber aprendido de las historias de cada una de las jóvenes entrevistadas. Caminar por pasillos de instituciones públicas y entrar en contacto directo con lo que allí se vive, le permitió al equipo de trabajo afirmar que faltan derechos por conquistar y que deben garantizarse el acceso a los ya existentes.
P- Uno de los desafíos previos a la creación de este documental era saber si es posible tomar decisiones en situaciones de extrema vulnerabilidad, ¿se puede? ¿A qué conclusiones te llevó este trabajo?
R- Esa pregunta persiste en la película. Desde la dramaturgia, me queda una sensación de asfixia porque esas chicas hacen lo que pueden. La autonomía en las decisiones están atravesadas, indefectiblemente, por una mirada de clase. Porque para mí que soy de clase media y profesional; son otras mujeres con otras realidades que no atravieso. La cuestión de género fue lo que me acercó a ellas, porque tener un hije, para algunas fue la salida de una situación de violencia. Esta decisión luego las lleva a otra complejidad relacionada con la maternidad y todo lo que eso implica.
Determinar continuar con un embarazo como de interrumpirlo es una decisión de trinchera, no hay plenitud.
P- Las mujeres, incluso siendo madres, todavía sufren el mandato social de tener que serlo, ¿cuán arraigado crees que es esa visión para nuestro sistema cultural – social – cognitivo?
R- Qué pregunta difícil. Existe, está muy arraigado y atraviesa todas las clases sociales. Existe en les niñes, lo veo en mi hija de dos años. Me sorprende lo instaurado que está en el sistema y lo ramificado que llega a todos lados; pareciera imposible salir de ese mandato.
Creo que lo importante es no encarcelarlos a eso, pero sí podemos evitar cargar a las adolescencias con lo que “deberían ser”.
En estas situaciones priman los prejuicios y la culpabilización individual. Cuando en realidad, el embarazo es resultado de la falta de acceso a derechos básicos existentes y los diversos contextos familiares.
P- ¿Cómo te atravesó el debate del Aborto, Legal, Seguro y Gratuito en el 2018 con el contenido de la película?
R- El rodaje de la película lo hicimos ese mismo año. A nivel personal fue un aprendizaje, lo seguí de cerca. Salí a marchar y no me perdía las exposiciones.
Sin embargo, con la peli sentía una tensión. En primer lugar, me pregunté si teníamos que salir a filmar eso que pasaba en la calle, pero en definitiva, la película no habla del aborto sino que retrata la vida de adolescentes que atraviesan un embarazo o de quienes deciden interrumpirlo.
Por otro lado, sale la ley. ¿Cuánto van a cambiar las realidades de estas chicas?. Después de pensarlo, decidimos habilitar el poder de la palabra de estas pibas.
Considero que la ley tiene que salir, pero es una base; no tiene que quedar solo en eso. Es necesario generar las condiciones para garantizar el acceso de todes a ello.
P- ¿Cambió tu perspectiva sobre les profesionales de la salud y el funcionamiento de la institución después de finalizado el documental?
R- Los equipos de salud con los que trabajamos en esta producción hacen lo que pueden frente a la institucionalidad, en eso el feminismo también se cuela, tiene sus límites de injerencia, pero son redes de mujeres.
Desde adentro y observando lo que pasaba pude ver el poder médico hegemónico, la falta de presupuesto, por lo tanto no hay recursos y tampoco hay preservativos para regalar. Por más política que haya, no hay presupuesto y eso limita las posibilidades de brindar una salud integral.
Hay profesionales que atienden desde la salud integral y también hay quienes atienden como si fueras un objeto.
P- ¿Cómo atravesó el equipo estas diversas realidades? ¿Cómo pudo sobrellevarlas?
R- En el equipo tenemos una trabajadora social que, además de hacernos los contactos en los hospitales, fue quien nos contuvo para transitar estas situaciones. Nos costó emotivamente, era como un ladrillo en la garganta constante.
Veíamos en las guardias la precariedad de los cuerpos de la pobreza, la desprotección, la desigualdad y la muerte; ahí.
Hacia el final, Andrea resaltó la posibilidad de darle la voz a las mujeres que atraviesan con esta cadena de vulneraciones en materia de derechos humanos y, en lo más importante, poder decidir sobre sus cuerpos. Además destacó el compromiso de su grupo de trabajo y el respeto hacia las protagonistas de este film.
Los pasos a seguir para ver desde tu casa esta producción audiovisual:
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