Cerquita del río, en una esquina de barrio, reluce la casa de la colectiva feminista La Revuelta. Un logro colectivo, un crecimiento como organización y un nuevo punto de partida.
“Es una casa feminista”, afirma rotundamente Luz Fernández, joven integrante de La Revuelta. La sonrisa atrás de la frase no alcanza a reflejar el orgullo y la alegría de este “sueño cumplido” como lo define Luz. Abajo, en el salón, unas 23 activistas se preparan para una de las primeras reuniones en la casa: sillas en círculo, mates individuales, charlas previas de a dos o tres.
La casa cuenta con una oficina exclusiva para quienes atieden el teléfono de la Línea Aborto. “La tranquilidad que tiene la atención telefónica en la casa es única, y es sentirse como en casa”, cuenta Azul Alarcón, una de les telefonistas. “Hemos pasado por tres espacios desde que estoy en la colectiva atendiendo la línea. El espacio compartido tiene un montón de aprendizaje y también desafíos”, agrega. Desde que La Revuelta comenzó a desarrollar la atención telefónica de información y acompañamiento de abortos seguros, quienes realizaban esa tarea pasaron de atender el celular desde sus propias casas, a tener un espacio físico de atención (Aten, La Jauretche). “Para nosotras la atención telefónica es muy importante y tiene que realizarse en un espacio cuidado, y quienes atendemos la línea nos dediquemos solo a eso”, remarca Azul. A esto Luz agrega que “algo que hemos aprendido en la colectiva es que nuestro trabajo tiene valor, y que tiene que realizarse en espacios cuidados”.
Otra de las oficinas está destinada a las tareas administrativas, pero también funciona como espacio compartido de trabajo. Hay una sala de reuniones, un amplio salón, un patio, cocina y varios baños. “Queremos que la casa esté viva y habitada, que las personas puedan acercase si necesitan información sobre aborto o asesoramiento en temas de violencias machistas, o si necesitan cualquier otra cosa, que sea una invitación permanente”, asegura Luz.
El taller “¿Dónde están las feministas?”, que comienza en agosto, es el primero que se desarrollará en la casa, inaugurando así también el espacio de las actividades de la Escuela Feminista Graciela Alonso.
Estar en casa, en esta casa feminista, tiene muchos significados: generar espacios cuidados de trabajo, de encuentros, de formación, de debates, de interminables construcciones colectivas.
El espacio propio comenzó a pensarse con la posibilidad de la donación de un terreno fiscal por parte de la Municipalidad de Neuquén que finalmente no se concretó. La idea ya había quedado fija en las cabezas revueltas. A través de donaciones de fundaciones feministas compraron el terreno y construyeron la casa. El proyecto y dirección de obra estuvo a cargo de Sabrina Gabriele y Camila Di Biase, dos arquitectas de La Plata, ambas hijas de docentes de Neuquén. Roberto Di Biase estuvo a cargo de que todo lo proyectado para este edificio se concrete. Fue un ir y venir de ideas y sugerencias consensuadas.
Luz rescata que la casa no podría haberse concretado sin la organización y la transparencia administrativa que ha desarrollado La Revuelta a lo largo de sus más de 20 años. Y también gracias a las articulaciones que supieron construir. “Somos una organización feminista que tiene lugar propio y lo pone a disposición también para potenciar otras articulaciones”, agrega.
“Es mi nuevo lugar favorito”, dice Luz y deja la invitación hecha: la casa está viva y habitada de lunes a viernes de 10 a 20 hs, y sábados de 10 a 15 hs, en Ernesto Sábato 1209 (esquina Remigio Bosch).
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