Todo gay es pedófilo

Por Mónica Reynoso

Buen título ¿no? Lo sería si quien esto escribe estuviera por sentarse a la mesa donde se diseca el asunto de Jey Mammon. Lectores inocentes y curiosos caerían en la trampa de una frase con gancho y, después de seguir leyendo, caerían en la desilusión. No se alarmen, no es éste el caso. No me ocuparé de Jey Mammon (hay mucha gente que lo está haciendo) y por supuesto no pienso que todo gay es pedófilo. Usé a propósito un recurso periodístico ya muy gastado, sólo para llamar la atención. Títulos escandalosos, no importa si dicen la verdad, si afectan a alguien, si se corresponden con el contenido de la nota. Notas frivolonas, amarillas, estruendosas, huecas, muchas veces impiadosas. Si hace click, vale. La que fue una profesión respetada de trabajadores dignos anda hoy con sus despojos a la rastra, decadente, maltratada, traficada, empobrecida hasta la indigencia. Una visita fugaz por los diarios online o un paseo por los canales de noticias… mamita, dan ganas de balearse en un rincón. ¿Tanto? Sí,
tanto.

Foto: Agencia Presentes.

Cada día se suma un ejemplo más espantoso de los cachivaches dizque periodistas, especialmente en la televisión. La última muestra había sido para mí el combate Pérez- Grabois, pero ayer supe de refilón (no hubiera soportado más detalles) que dos mujeres más crueles que la madrastra de Cenicienta se lanzaron sobre el cuerpo en un hilo de Flor K, todo para enfermar a CFK. ¿Tendrán familia estas Canosa y Di Marco, o en pack familiar tienen la salú comprada, como decía mi abuelita? A esta novedosa clase de periodistas se les da fácil el opinar pero puestos a entrevistar preguntan a la bartola y no repreguntan ni por error. Pierden así la preciosa oportunidad de profundizar un tema o al menos de descomponer opiniones
temerarias que presumen de verdades reveladas. Dejan correr, se hacen les boludes. Y eso que se dicen cosas gravísimas. Ponele: cuando Macri dice y otres repiten “el curro de los derechos humanos” ¿qué quieren decir realmente? ¿qué entienden ellos por derechos humanos? ¿qué sería un curro? ¿quiénes se benefician? ¿tienen pruebas? Cuando Patricia Bullrich dice y su gente repite que se tiraron “catorce toneladas de piedras” en el Congreso ¿no querríamos saber cómo, dónde, cuándo y por qué las pesaron? ¿fue el Ejército con sus camiones que trasladó piedra por piedra hasta una báscula? ¿el Escribano General de Gobierno tomó nota del acto? ¿sacaron fotos, filmaron, hay testigos? No sé, pero ¿a nadie le da curiosidad saber cómo se llegó a tamaño disparate? ¿Pecan de ingenuotas las preguntas? Es posible. No escapa a nadie medianamente informado cómo viene comportándose este mundillo infame, pero no
está de más sacudir un poco los trapos sucios.

Entre los que no callan y trastornan los discursos irresponsables y las frases hechas, brilla Martín Kohan (justo no es periodista, pero qué placer escucharlo) y la maravillosa parada de carro que a fuerza de argumentos sencillos y claros como el agua le impuso a Darío Lopérfido, militante negacionista que anda meneando la jodida pregunta sobre el número de desaparecidos. Ante una María O´Donnell que cedió la palabra al escritor ante el ímpetu irresistible de un pensamiento noble, Kohan pudo mostrar la brutalidad y la banalidad de quienes dicen cualquier cosa sin costo como Lopérfido y varios más. En el link siguiente
pueden escuchar desde 1.50 la intervención de Kohan sin tener que penar escuchando a Lopérfido.

Esto ocurrió hace unos seis años en el estudio de LN+, donde se discutía algún aspecto crucial de la democracia, esta criatura de 40 años que querríamos arropar y acunar tiernamente, cuidando a brazo partido su integridad, en lucha feroz contra sus adversarios solapados: con o sin ella siempre la pasan bomba. Nunca más nítida que ahora, la diferencia entre dictadura y democracia reposa en la palabra, en decir, en nombrar, en la posibilidad de convencer por la fuerza de las palabras. Los gobiernos de facto lo son por la fuerza bruta (de facto = de hecho), la que manda a callar, bajo amenaza de perderlo todo, sin cabida al pensamiento, anulado todo ejercicio crítico. Sólo gritos cuarteleros y a la orden, mi general. Lo que yo percibo que está pasando, que nos está pasando, es que los medios dominantes simulan espacios
periodísticos donde tampoco importa mucho razonar, preguntar, probar lo que se afirma ni, en definitiva, que nos dejemos arrastrar por la corriente nauseabunda de un sistema que ni sabe ni contesta pero aturde, miente, ensordece y enloquece.

¿Cómo llegamos a aceptar tanta mierda? Es mundial, sí, es mundial. “Información o afirmación en la que los datos objetivos tienen menos importancia para el público que las opiniones y emociones que suscita”. Así se define a la posverdad, reina indiscutida de la comunicación actual, en la que sería etapa preadolescente del pensamiento crítico. Luego, las fake news, creación y propagación de noticias falsas tan intensas y descontroladas que yo puedo fácilmente aquí afirmar la mayor de las infamias contra cualquier persona que quiera arruinar y sé que no tendré más sanción que algún repudito “en las redes”.

Por fin, de la mano de los ultramillonarios con esplín llegó la inteligencia artificial, que se fue tan lejos con sus poderes mágicos que los que la crearon ahora piden mandarla al frízer unos meses. Con esa catástrofe de escenario, el episodio de Pérez-Grabois puede resultar insignificante. Pero permítanme. Fue
una declaración indagatoria (¿o era un reportaje?) a la que Juan Grabois fue sometido por Cristina Pérez en Telefé y mostró hasta dónde puede exponerse la miseria moral y la charlatanería en el periodismo. Ante una afirmación dudosa de la preguntadora, Gabrois le dijo “eso es mentira, de dónde lo sacaste”. A lo que Pérez respondió: “De las noticias”. ¡De las noticias! Qué respuesta. Lo sustancial de esa entrevista era –es- la situación de miles de familias sin empleo que irían a trabajar la tierra en un proyecto supervisado por el INTA y el Conicet. Pero, bueno, en televisión el tiempo es tirano. Y los que preguntan, militantes embozados.

La grieta que con todo éxito inventó Lanata le permite una vida de magnate que ni soñaba (¿o sí?) cuando creó Página 12, hace apenas unas décadas. Una sociedad dividida entre K y antiK sólo beneficia a los que facturan grosso, se postran ante los que mandan y encuentran que los pobres son feos, sucios y malos. Todavía recuerdo a Eduardo Feimann celebrando al aire en horario central el fusilamiento de un pibe chorro en la calle. “Uno menos”, se despachó. Y ahí sigue, con la misma sonrisita sádica. La grieta es entonces entre quienes honran al periodismo, hacen dignamente su trabajo corriendo de una redacción a otra, con la lengua afuera para redondear un salario aceptable, y quienes cobran millones por traficar bolazos, adorar al becerro de oro, callar y hacerse pasar por periodistas. ¿Desconocen que tarde o temprano la verdad emerge? ¿que toda mercadería tiene fecha de vencimiento? Cumplida tu horrible
misión, un día sos descartable y chau picho. A poco de terminada la dictadura, la revista Humor publicó un listado de periodistas colaboracionistas que tituló “La prensa canalla”.

Hubo y hay, cómo no, periodistas que trabajan de preguntarse y preguntar y pensar en el público antes que en el patrón o el auspiciante. Que investigan, que dudan, que experimentan, que se exponen. Que cuando algún parte dice que llueve, sacan la mano por la ventana, a ver si se mojan. Que no quieren la aceptación de los que mandan, ni les importa. De uno que yo conocí, amo y perdí, alguien escribió: “Un tipo que incomodó como pocos”. Eso hace también Victoria De Masi, incómoda columnista en eldiario.ar. Mientras cubría en Mercedes el juicio por el asesinato de Fernando Báez Sosa, iba deshilachando la trama engañosa de una encuesta que todos los años entroniza a más o menos los mismos periodistas. Su trabajo es una investigación ejemplar. La publicó hace poco con un título que dice todo: “Sobre un ranking de periodistas (el de Poliarquía)”. No se la pierdan.

https://www.eldiarioar.com/blog/gracias-por-venir-un-viaje-fugaz-por-las-cocinas-del-
periodismo/ranking-periodistas-poliarquia_132_9925403.html

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