Mapear aprendizajes y desafíos, conversar sobre articulaciones y seguir armando proyecciones para que los abortos sean mejores, fueron algunos de los ejes que recorrieron los diálogos que se produjeron el 14 y 15 de abril, entre activistas-profesionales acompañantes de abortos.
Por Laura Rosso
Foto: Ayelén Santillán
En una de las ventanas que da al salón de la planta baja de la Casa Revuelta, se lee “El feminismo es una reacción sensible a las injusticias del mundo”. Esta frase de Sara Ahmed, tal vez sintetiza la idea de esta reunión a la que fueron invitades profesionales y activistas para compartir un tiempo de escucha mutua en un espacio de confianza entre personas vinculadas a movimientos por el aborto. Se habló del tiempo, de la falta de tiempo, de las escuchas, del armado artesanal que recorre al sistema de salud, de la mifepristona y el misoprostol, de los ameu y los legrados, de las prácticas clandestinizantes que siguen existiendo y de las criminalizaciones.
Así, alrededor de una gran mesa y después de la lectura de la poesía “Un útero es del tamaño de un puño”, de la poeta brasilera Angélica Freitas, se dio inicio a los diálogos para que cada une pueda pensarse desde sus campos de acción y en vinculación con otres, después de la sanción de la Ley 27.610, de Acceso a la Interrupción Voluntaria del Embarazo. ¿Qué aprendimos de las personas que necesitan abortar?, ¿dónde estamos?, ¿qué problemas tenemos?
La palabra empezó a circular y fueron les mediques quienes arriesgaron las primeras respuestas. Lo difícil que es navegar en el sistema de salud y el armado artesanal que conlleva el recorrido que va desde que la mujer se va de la casa hasta que vuelve, fueron disparadores para un cruce fructífero de miradas, así como también la importancia de que el acompañamiento de la decisión esté presente, más allá de que el aborto sea voluntario y legal. Pero, tener ese tiempo en el consultorio para ver los vaivenes de esa decisión, muchas veces también se torna complicado. Además, se habló de la visibilización que tiene hoy este tema, con la línea 0-800, con las redes de acompañantes y en la calle. Existe el acceso pero falta mejor calidad de atención y de técnicas. Por otra parte, no sólo está el sistema público de salud, existe también el sistema privado que está menos visibilizado. Se puntuó en la necesidad de escucha en el sistema de salud más allá del aborto, sobre los procesos vitales. Y tener paciencia en los tiempos que lleva el proceso. Porque estar atentxs hace la diferencia en la calidad de los acompañamientos.
Se apuntó también a la falta de ecografías en el sistema de salud y se señaló la importancia de que no se burocraticen los abortos. ¿Desde qué lugar miramos a esas personas? Esa mirada no puede ser desde la vara personal. Las personas que abortan se merecen una escucha, un acompañamiento. Y además, información de cómo es el circuito en el sistema de salud. Se subrayó la importancia de entender integralmente el contexto en el cual cada persona está abortando. La desestigmatización del aborto sigue siendo algo a trabajar.
¿Qué se aprendió? ¿Qué aprendimos? Se subrayó que tenemos ley y que eso es un cambio enorme. El derecho a abortar es ley, la campaña de SenRed, dio cuenta de que ese derecho se ejercía antes de la ley, el cambio fundamental es que ahora el Estado lo reconoce y eso produce salud. Y cómo cada persona necesita ser respetade en su singularidad. La importancia de darles tiempo y tranquilidad, la importancia de que sean mirades a los ojos y colaborar en quitarles la vergüenza por lo que les hace sentir, muchas veces, el sistema de salud y la sociedad. Hay que habilitar espacios para hablar del deseo de abortar y no pensar que porque es voluntario no es necesario hablar. El aborto voluntario no se puede tomar como un trámite. Ni tratar a las personas como pobrecitas ni que se sientan juzgadas, porque muchas veces si ocurre eso, van a resolver por otro lado. Hay que generar espacios alternativos de apoyo y continuidad. Es fundamental articular círculos de conversación pre, durante y post atención.
Se señaló además que hay que aprender a manejar la ansiedad como activistas socorristas. Muchas veces, esos diez días en el sistema de salud se tornan eternos para les acompañantes. Y la importancia de revalorizar ese trabajo. Acompañar también es dar argumentos para que las personas sepan qué decir en el sistema público. Ofrecer palabras para que el sistema de salud no sea tan expulsivo. Dar a conocer la ley.
¿Y hacia dónde nos movemos? Hacia el aborto feminista. Hacia las alianzas, hacia el trabajo articulado y en red. Hacia las conversaciones, hacia la Red Compañera, que está conformada por 25 redes de 18 países. Ese es el horizonte de los acompañamientos y de los abortos feministas. Se habló de la disputa de sentidos y de la importancia de generar otras narrativas para que la vergüenza no sea el sentimiento que atraviesa el proceso del aborto.
La reunión habilitó la potencia de las luchas comunes. Fueron diálogos para un análisis profundo, compartido y feminista que concluyó con una caminata a la vera del río Limay por parte de les participantes. Luego aplausos, abrazos y canciones aborteras en un espacio que acobijó y puso en juego la trayectoria de acompañar.
En este video podés ver la entrevista a Lucía Berro Pizzarossa, abogada y activista de Women help women y de la red Abortion without borders (Abortos sin fronteras), que colaboró en la defensa de Justyna Wydrzyńska condenada en Polonia por acompañar a una mujer a abortar.
En este video podés ver la entrevista a la socióloga y activista feminista Nayla Luz Vacarezza:
En este video podés ver las reflexiones de Nadya Scherbovsky y Mariana Romero:
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