Belén Grosso tiene 36 años, desde 2014 da clases en escuelas primarias de gestión pública en Neuquén capital. Enseñó en 3ero, 5to., 6to. y 7mo. grado en las escuelas 118; 296 y 362. Con toda su experiencia frente al aula hay una idea que tiene clara y que pregona en voz alta: “A la ESI hay que defenderla de todos los avances de las derechas organizadas y no organizadas. La tiene que defender la escuela, las familias y los propios estudiantes”.
Belén Grosso es maestra e integrante de la Colectiva Feminista La Revuelta.
Belén estudió en el Instituto Superior de Formación Docente Nº 12. Su formación fue con el “nuevo” plan de estudio implementado desde 2010 que contempla un seminario específico en tercer año de Educación Sexual Integral. No obstante, ya desde primer año, se encontró con otros espacios de formación en ESI a los que accedió. “Hace mucho tiempo que la vengo pensando, amasando”, explica Belén, “a veces más de cerca, otras un poco más de lejos, pero siempre convencida que trabajar con la ESI es un antes y un después”.
Belén es de las maestras que planifica el contenido del aula desde la ESI. Por eso, tiene muchas anécdotas para contar: preguntas, dudas, cambios que sucedieron en el aula a partir de algún contenido visto en clase, etc. Y de todas, elige esta experiencia para compartir: hace algunos años, con un 6to. grado venía trabajando contenido relacionado con el sexismo y estereotipos de género. Hicieron un largo recorrido durante todo el año, hasta llegar a abordar machismos y patriarcado. Cerca de septiembre, un padre se acercó a la escuela. Estaba muy enojado y quería hablar con Belén por los cambios que veía en su hija. Ofuscado le contó: desde que Belén era su maestra, la niña se negaba a levantarse de la mesa a buscarle la sal. “Se la pedía a ella, porque era mujer y era la más chica”, cuenta Belén, “y ella, sentada en la mesa, una vez le dijo levántate vos, porque eso, me dijo la seño, es machismo. Vos también podés levantarte a buscar la sal. Incluso, le dijo «vos también podés lavar los platos, vos podés barrer”. Belén se ríe y explica: “En la escuela habíamos tenido conversaciones y habíamos estado pensando qué tareas les tocaban o hacían las mamás y cuáles los papás”. Ese mismo padre le reprochó también que en la mesa ni siquiera podían ver el programa de TV “Videomatch”, porque “también eso a la nena le parecía mal”.
Hoy después de varios años, Belén reflexiona sobre lo que vivió: “Por un lado me sentía muy orgullosa de todo lo que esa niña había podido aprender. Pero, por otro lado, tuve un costo emocional muy alto porque fue muy difícil atravesar esos meses hasta fin de año. Hubo mucho hostigamiento, el padre me denunció en la escuela y en el Consejo Provincial de Educación. Lo bueno es que en esa escuela siempre estuve acompañada del equipo directivo y de lxs maestrxs. Fue muy costoso, pero siempre tuve la convicción de que lo que había hecho, desde la ESI, había estado bien”.
¿Cuál es entonces la importancia de la ESI? ¿Qué habilita? ¿Las aulas, las escuelas se transforman, mutan, crecen cuando está presente la ESI? “La importancia de la ESI”, se explaya Belén, “tiene que ver con las libertades, con pensar cuerpos libres, el derecho de ser felices con quiénes somos, es aprender a cuidarnos, a cuidar a los otros y a las otras. Es aprender que no podemos aceptar ni naturalizar las violencias y que es importante intervenir cuando sea necesario. También es aprender que los insultos hacen sentir mal a quien los recibe y que entonces hay que pensar cómo nos dirigimos a nuestros compañeras y compañeras”.
Belén proyecta y mira el futuro ¿Qué podemos aprender de la ESI? ¿Qué nos colabora para pensar posibles tiempos que se avecinan de mayor intolerancia y más individualismo?: “Hay que aprender a escuchar. Creo que ese es uno de los desafíos más grandes que tiene la escuela, que tiene la ESI, insistir mucho en la posibilidad de escuchar, porque tiene que ver con que lo que le pasa a mi compañero o a mi compañera me tiene que importar: si hoy mi compañera tiene un día triste, yo tengo que saber que no la puedo molestar, que la tengo que acompañar. La ESI nos enseña a escuchar, nos enseña una ética profunda de cuidados. La ESI es una oportunidad para ser docente escuchadora, desde lugares no adultocéntricos”.
Con la ESI, Belén está segura, hay posibilidad de construir otro futuro: “Es posible armar otras aulas, otros espacios de compañerismo, de escucha y de igualdad de oportunidades para esos niños, niñas y niñes. La ESI nos permite pensar otras vidas. Las violencias existen y están por todos lados, desde los medios de comunicación, los barrios y las propias familias. ¿Cómo la escuela puede ofrecer otro tiempo, otro espacio?”, se pregunta Belén. Y no tarda en contestar: “El cariño, las paciencias, las escuchas, los afectos, los buenos tratos son posibles. Es decir, mostrar que no todo en la vida está mal. La escuela tiene la obligación de ofrecer otra cosa, y creo que ese punto, si las derechas avanzan y si no hay ESI – como plantea Graciela Morgade – se nos va a complicar la vida”.
Pero ¿Qué pasa si no hay ESI? “La vida toda se va a complicar, incluso venir a la escuela”, contesta Belén. Y suma: “Responder a ¿Cómo hago para que mis estudiantes tengan ganas de venir a la escuela? Está vinculado a la posibilidad de enseñar desde la ESI. Yo no puedo perder esa oportunidad, tengo que hacer que quieran venir a la escuela y tengo que ofrecerles algo para ese encuentro, tengo que ofrecerles un mundo. ¿Qué mundo? El que nos da la ESI para pensar. Por eso, hay que defender la Educación Sexual Integral, hay que defender esos contenidos, hay que defender la posibilidad de mostrar que otra escuela, otra aula y otras relaciones humanas son posibles”.
Para Belén aún hoy se pueden sentir los coletazos y lastimaduras que dejó la pandemia. No solo en nuestras vidas, sino también en las escuelas y particularmente en la ESI. “Por eso mismo”, confirma, “me parece que es importante, volver a armarnos, volver a pensar la ESI, imaginarnos esos otros mundos posibles para abarcarlos y atravesar este tiempo desde otro lugar”.
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