El juez Gabriel Vitale brindó una charla virtual sobre los “Juicios por la Verdad” ante la reciente sentencia que dio por probados abusos sexuales que sufrió una niña en La Plata hace 30 años por parte de su abuelo.
“¿Qué te repara? ¿Qué querés ante esta violencia machista? Esta pregunta la hacemos en el espacio de Socorro Violeta. Las respuestas siempre son múltiples: a algunas les repara que les crean en la casa, en la escuela, a otras transitar la vida libre de nuevas formas de violencia, a otras que la justicia diga que esa persona denunciada es culpable”. Con esta introducción la abogada Angie Acosta abrió el conversatorio virtual “Debates sobre abusos sexuales contra niñeces y adolescencias. Juicios por la verdad y derecho(s) a la reparación”, que se desarrolló el martes 14 de mayo y contó con la participación de más de 40 personas de distintos puntos del país, incluidas funcionarias del Poder Judicial. Estuvo organizada por la colectiva feminista La Revuelta y el espacio de asesoramiento legal y acompañamiento Socorro Violeta.
En los abusos sexuales contra las niñas y niños la reparación a través de la justicia suele dificultarse, porque muchas veces la denuncia llega años después de cometido el delito y en general se plantea la prescripción de la acción penal.
Hasta 2011 el Código Penal no diferenciaba el tiempo de la prescripción de acuerdo a si la persona denunciante era menor o mayor de edad, por lo que la misma empezaba a correr el día en que el delito se había cometido, y el plazo podía llegar al máximo de 12 años. Con la sanción de la Ley Piazza (Ley 26.705), se estableció que los plazos deben empezar a computarse desde la mayoría de edad de quien denuncia. En 2015 se sancionó la Ley de Respeto al Tiempo de las Víctimas (27.206) por la que el tiempo de prescripción debe comenzar a transcurrir desde el momento en que la persona decide denunciar.
Vitale explicó que “hay hechos que no son alcanzados por la ley y sus reformas. Están prescriptos y el Estado no puede seguir avanzando en la investigación”.
“Cuando una persona hace pública una situación de abuso para recibir una restauración y la respuesta es la prescripción, es violencia institucional por parte del Poder Judicial. Un juicio por la verdad es igual a cualquier otro, se puede aplicar en cualquier jurisdicción, pero tiene la particularidad que no se pueden aplicar penas porque transcurrió el tiempo para aplicarlas”, detalló el juez y también profesor de la UNLP e investigador. Se auto-definió como “nacido y criado en los movimientos sociales” y habló sobre cómo los feminismos “han otorgado empoderamiento” a las personas para denunciar abusos, entre otras cosas.
Sobre los juicios por la verdad agregó que “encontramos una vuelta para garantizar los derechos del imputado y de las víctimas. Como ocurrió en este caso hace un mes, donde a través de la acusación del fiscal y la defensa se logró establecer un veredicto de culpabilidad.
La resolución a la que hace referencia es a la del juzgado de Garantías 8 de Lomas de Zamora, a su cargo, que declara “probados” los hechos ocurridos entre los años 1993 al 2000 por parte del autor responsable, Humberto Aroldo Bello, en perjuicio de su nieta, quien fue abusada desde los 4 y a los 12 años, “constitutivos de los delitos de abuso deshonesto agravado en concurso real con corrupción de menores agravada -hechos reiterados».
Vitale remarcó que al dictaminar el veredicto de culpabilidad, el abuelo de la denunciante acudió a la sede judicial y firmó la sentencia diciendo: “consiento expresamente”. “Esto significa mucho en términos del sentido de la verdad. La verdad no es individual para esa persona, la verdad es colectiva y todos somos responsables de acompañar esos procesos por la responsabilidad de entender lo que está pasando”, concluyó Vitale.
Gisel Barrionuevo (activista feminista, integrante de Socorro Violeta y sobreviviente-denunciante de abuso sexual en su niñez cometido por parte de un tío materno) relató parte de su experiencia en el camino para lograr justicia luego de la denuncia judicial, allá por el año 2011. Destacó el sostén que supieron darle su madre y su padre. Señaló, incluso, que su padre fue quien se acercó al espacio de Socorro Violeta y las escuchas que allí encontró.
Sostuvo que desde los feminismos, estos sentidos de verdad y las herramientas reparatorias colectivas -que son resignificadas ante las injusticias machistas-, continúan desafiando los espacios institucionales de escucha y abordaje. Aseguró que “nos muestran, además, una necesidad histórica de ampliar las conversaciones sobre lo que las memorias guardan, las palabras significan (o simbolizan) y las justicias entramadas en redes afectivas, sostienen. Las colectivas feministas, junto a movimientos sociales, nos encontramos en una coyuntura que pretende la re-introducción de formas discursivas negacionistas; y es preciso comprender que las otras formas en que estamos siendo, construyen verdades en diversas direcciones y se vuelven esporas que permean territorios, pasillos judiciales y sentencias respetuosas de los tiempos”.
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