Por Mónica Reynoso
-Cuando te torturan te salen babas, te sale sangre, eres un cacho de carne doliente, te haces pis. Te dicen: “Te estás cagando, hija de puta”. Te hacés caca. Es una situación humillante. (…)
-¿Sabés quiénes te torturaron?
-Sí, sé perfectamente. Eran dos. Uno que se llamaba Francis William Whamond, el Duque, que en esa época me parecía muy viejo pero debía tener unos cincuenta años. Ese fue el tipo que me aplicó la picana, la máquina. El que me pegó. Un tipo muy repugnante. Y luego estaba otro que entraba y salía. Ese no me daba máquina pero me interrogaba mal. Ese fue mi violador. Alberto González. El Gato.
-¿Sabés cuánto duró?
-La tortura neta yo calculo que fue poco más de una hora. Interrumpían un poco porque querían la mercancía.
-¿La mercancía?
-El bebé.
En la nariz, en los pezones, en las encías. Así torturaron en la Esma a Silvia Labayru, de 20 años, militante Montonera, embarazada de cinco meses. Sus torturadores ponían cuidado en no afectar “la mercancía”, el embarazo cuyo término esperaban, listos para arrebatar al recién nacido y entregarlo a “gente de bien”, como diría hoy el Jefe del Estado Pedófilo y como entendían los genocidas que eran las familias apropiadoras.
La crónica de una vida, la de Silvia Labayru, está expuesta sin retaceo en “La llamada”, la última obra de Leila Guerriero. Es por la circunstancia fortuita de una llamada telefónica que la criatura que Silvia Labayru parió en la Esma fue entregada a su familia política y no a la de algún turbio capitán estéril.
Por el testimonio de Silvia Labayru y de otras mujeres abusadas en la Esma -Mabel Zanta y María Rosa Paredes-, Jorge “El tigre” Acosta y Alberto “El Gato” González fueron condenados a veinticuatro y veinte años de prisión. «Resulta difícil encontrar exposiciones más dramáticas de la desprotección y la vulnerabilidad que aquellas que genera la violencia ejercida brutalmente en sus cuerpos, en tanto representan su condición sexual, su identidad de género y su posibilidad de descendencia”, escribió uno de los jueces en la sentencia.
González hizo del cuerpo de Silvia Labayru una cosa, una cosa a tener. A su antojo. La violó reiteradamente. En la Esma, en hoteles alojamiento, solo aunque también con la complicidad de su esposa, en el domicilio conyugal y con la hija pequeña en la habitación de al lado. La vice presidenta Victoria Villarruel visitó en prisión a “El Gato”. La inspira para la lucha. Lo quiere como a su padre.
“González hoy cumple tres condenas a cadena perpetua. En la causa ESMA II por su rol en la desaparición de 86 personas, en la causa ESMA III por otras 789 víctimas y, finalmente, por la violación de Laybaru y de otras dos mujeres. El 15 de agosto de 2021 la Justicia convirtió a González en el primer condenado por delitos sexuales de toda la dictadura militar. Pero “el Gato” no es sólo eso. También es el mentor de la vicepresidenta”, publicó la revista “Noticias” en marzo pasado.
UNA VELADA AMENA
Con Acosta, Alfredo Astiz y otros criminales, González integró una célula terrorista, el grupo de tareas 3.2.2, a cargo de operaciones clandestinas ofensivas que, desde el Estado, consistían en detener, secuestrar, torturar, privar de libertad, someter a condiciones infrahumanas de supervivencia, o matar, desaparecer, arrojar con vida al mar, narcotizados, a disidentes políticos considerados subversivos. Al delito de crímenes de lesa humanidad, donde la expresión “lesa humanidad” está diciendo que por esos crímenes la humanidad misma ha sido lastimada, se agregó el de violencia sexual como parte del plan sistemático de exterminio.
Juan Luis González, periodista de “Noticias”, dedicó una larga crónica de investigación a “El Gato” González, el de la Esma. En el artículo que fue tapa de la revista con fotos de la vicepresidenta y González en la portada, se describe una escena tan doméstica como siniestra. Sucede en la base naval de Zárate donde Astiz y González compartían cautiverio. Astiz dice que la cárcel “no está tan mal. De hecho, les permite recibir a quien quieran para pasar una velada amena, como la que está a punto de protagonizar. En eso estaba su cabeza cuando Victoria Villarruel sale de la cocina y le dice que se siente, que la comida está por salir. Es el año 2005 y Astiz, mientras come, escucha la idea de González de crear una asociación civil que hable de ‘los otros muertos’ y de contar ‘la memoria completa’. Villarruel, sentada al lado del anfitrión, toma nota en silencio”.
Dice “Noticias” que Villarruel considera a González como un padre y que los libros que ella ha firmado como propios fueron en realidad escritos por el marino condenado. Cecilia Pando, “activista defensora del Terrorismo de Estado” según Wikipedia, ratifica el vínculo de Villarruel con González: “Lo conocí por Villarruel. Fuimos juntas al penal y él me mostró el libro que estaba escribiendo, que luego firmó Victoria”.
Victoria, la vice, no puede ni quiere ocultar su avidez por escalar posiciones. Desfiles en tanques, a pie o a caballo, viajes por los pueblos, reuniones, mensajes a militares, fotos con armas, disfrazada de gaucha, con la hija de Rucci, con el Papa Bergoglio y con las manos de la viuda de Perón entre sus manos, emocionada. Los pasos públicos que da la muestran tan disponible para la sucesión que hasta da cosa.
TEORÍAS CONSPIRATIVAS
No es Villarruel la peor calificada para gobernar. No con los que venimos viendo. Es bicha Vichacruel, como la llaman en la intimidad los Milei y en público la diputada cosplayer Lilia Lemoine. Sobre este cuadro inefable del gobierno de los hermanos Milei, en el portal de Chequeado se leen algunas de las inquietantes ideas de Lemoine. “A raíz de su nombramiento como secretaria 1° de la Comisión de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Cámara de Diputados, comenzó a viralizarse un video de Lilia Lemoine publicado en enero de 2019, cuando aún no era funcionaria.
“Allí la diputada nacional por La Libertad Avanza difunde tres teorías que no tienen sustento científico: el terraplanismo, que el hombre no llegó a la Luna y que la Antártida es una muralla de hielo alrededor de la Tierra plana. Se trata de teorías conspirativas que desinforman y pueden provocar mucho daño”.
¿Sorprenden estas teorías que, en verdad, hoy recorren buena parte del planeta como verdades indiscutibles? Actualmente, muchas personas en Estados Unidos no creen en la teoría de la evolución de las especies de Darwin y no quieren que se imparta en las escuelas. Prefieren creer que todo lo hizo dios a su imagen y semejanza. Muchas personas eran el 60 por ciento de la población hace dos décadas. ¿Sorprende que gane Trump? ¿que vuelva a ganar? (Una interesante explicación posible, en Youtube al fin de esta columna).
¿Sorprende que Villarruel simule indignación por dos palabras en un libro que ni leyó ni se interesa por leer? El cálculo frío, disparen contra Kicillof, es tan trazo grueso; no sorprende. Del universo enorme de asuntos serios y duros que podría abordar en su carrera al cenit, ella optó por picotear en una anécdota del gobierno peronista de la provincia de Buenos Aires, un bocado que seguro le apetece. ¿Qué sucedió? Parece que le disgustó muchísimo leer las palabras “concha” y “pija” en un texto del secundario cuya lectura es voluntaria y con la guía de un docente. Sí sorprende hasta dónde puede llegar el cinismo furioso de esta mueca de la vice. Ella, en cambio, parece cómoda y en armonía con los insultos presidenciales cargados de prejuicios y violencia sexual. “Les cerramos el orto, pedazos de soretes”, por ejemplo, lanzado en un acto lleno de fanáticos, a ella no le mueve ni fu ni fa.
De haber leído el libro, Villarruel hubiese accedido, gracias al artificio de la buena literatura, que cuenta aquí un mundo posible con crudeza y ternura infinita, a conocer la diaria que viven los pibes y las pibas del conurbano bonaerense; cómo sobrevivió a la muerte de su madre, víctima de femicidio por parte del padre, la piba que Dolores Reyes, la autora, llama “Cometierra”; admirará los poderes mágicos de la videncia y, quizás, quién sabe, tendrá la opción de valorar una novela “terrible y luminosa, lírica, dulce y brutal, narrada con una voz que nos conmueve desde la primera página”, como se lee en la contratapa. Bueh. Ya sé, no es el caso. Ella sólo se conmueve con la hora de la espada: los uniformes, los desfiles, las armas, los genocidas, la “historia completa” que quiere anular la verdadera, dramática, historia de nuestro país. Nuestro pobre paisito todavía irresuelto de pena en la lesa humanidad.
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