Eleonora Villaverde no habla muy fuerte, en su voz hay rastros del exilio. Su mamá, Alicia Villaverde, fue secuestrada, torturada, abusada y luego liberada en la última dictadura cívico militar, empresarial y eclesiástica. Su madrina era Alicia Pifarré, todavía desaparecida. Ambas eran actrices neuquinas, y también amigas. A su lado, de la mano, está Fran Sfeir, un joven trans* -aunque él se define ya como viejo, tiene 32, y es que la expectativa de vida de la población trans* en Argentina es de 35 años-. “Memorias para a(r)mar” fue la actividad que protagonizaron este viernes, ante un público de 54 personas, donde contaron sus experiencias como niñes y adolescentes en la dictadura y en la actualidad.

Sus infancias desde distintos lugares y connotaciones estuvieron marcadas por el miedo, la tristeza, la incertidumbre de futuro. Y sus vidas vuelven a estar amenazadas hoy por un gobierno neofascista que niega los crímenes de lesa humanidad cometidos por el Estado y ataca las disidencias sexo-genéricas con discursos de odio y vaciamiento de las políticas de género.
“Éramos muchos niños y niñas en el exilio con el mandato ‘hay que seguir’, pero estábamos muy tristes. Tener padres y madres tristes es muy duro”, cuenta Eleonora. Dice también que es una de las pocas veces que habla sobre ella como hija, que siempre el relato estuvo vinculado a lo que vivió su mamá, a los juicios. Ahora comparte lo que vivió de niña, el momento cuando los militares entraron a su casa y se llevaron todo, hasta las fotos. “No tengo fotografías de mi infancia”, dice. Repasa los años en México, donde se exiliaron con su hermano y su mamá luego de que la liberaran. La hermandad que tejían con otras infancias exiliadas, la soledad al volver al país siendo ya una adolescente. “Mi mamá era artista, sabía de magia, eso creo que me salvó, el saber que de la nada puedo crear algo para compartirlo”, asegura.
“Mi mayor preocupación siendo niñe era no poder ni siquiera pensar una posibilidad de futuro”, remarca Fran, ante una audiencia emocionada, conmocionada, que escucha atenta, que se hace preguntas, que rememora, que se compromete con la disposición a escuchar. “Siempre supe que era lesbiana”, cuenta y repasa sus años adolescentes, su acercamiento al feminismo y al transfeminismo, cómo empezó a descubrir la posibilidad de ser un varón trans*, a saber que hubo otres en la historia, que sus vidas eran posibles, sus primeros pasos de hormonización, su activismo, su trabajo dentro del área de Diversidad del gobierno de la provincia de Neuquén.
El encuentro fue convocado por La Revuelta y por Nueva Crianza, en vísperas del 24 de marzo, Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia. “Es una actividad íntima pero también política, surge desde la necesidad de generar diálogos, de poder escuchar estos armados de memorias”, dice Ruth Zurbriggen en la bienvenida.
A los relatos de Eleonora y Fran, se suman las intervenciones de las personas presentes: preguntas, reflexiones, propias experiencias, algunas lágrimas, otras risas, mucha emoción por el compartir, por ser parte de un armado de memorias colectivas. “Yo me acostaba llorando porque quería ser un chico, pero no sabía que se podía. Por eso es tan importante construir esta memoria trans*, transgeneracional también, porque quizás la búsqueda que yo tuve puede ser compartida por otres”, afirma Fran.
Construir mundos posibles, mundos felices. La premisa la dejó flotando en el aire Eleonora, con una sonrisa: “Hay que resistir y tratar de ser felices, esa es la revancha”.
Este 24, nos abrazamos en las calles.