El coraje de Ivana Puel Catriel, la fuerza del pueblo mapuche: “Mi intención es apuntar más a lo colectivo” 

Por Elena Egea

Sin quererlo, Ivana Puel Catriel fue abriendo caminos a quienes buscan reconstruir su identidad mapuche. Su fuerza se contagia y se retroalimenta de su comunidad.  

En 2021 decidió cambiar el DNI y quitar el apellido de su progenitor. La urgencia llegó cuando estaba por recibirse de profesora de Química de la Universidad Nacional del Comahue. No quería ver plasmado el apellido del hombre que la abusó de niña en un logro que le tomó tanto esfuerzo. Así que acudió a la Justicia sin denuncia previa, con su tenacidad y el poder de su voz.  

Esa voz llegó a la jueza de Familia, Silvina Arancibia Narambuen, junto al eco de las infancias vulneradas. En 2022 se concretó el cambio de DNI y hoy puede mirarlo con orgullo. Ve en él la huella de su familia materna, Puel Catriel. 

Ese fue sólo el inicio. Lo mejor vino después. “Empecé a militar, empecé a participar, empecé a hacer todo de una manera mucho más activa que en ese entonces. Recuperé mi identidad en ese momento y ahora es una práctica permanente de mi cultura, de mi cosmovisión. Por eso mi intención es apuntar más a lo colectivo”, resaltó. 

Foto: pu amulzugufe de la Confederación Mapuche de Neuquén.

Es que, si bien ella dio el primer paso, pudo hacerlo por la contención de otras y otros que la apoyaron. “Después de ese tiempo, de asumir mi identidad, de poder tener el apellido de mi abuela y de mi mamá, pasé a formar parte de la comunidad. Estoy en el Lof Newen Mapu, soy kona de ese Lof. En el despertar como mapuche, en esta búsqueda de identidad, siempre estuve acompañada de muchas personas, muchas mujeres que me han ido guiando en el camino”, comentó Ivana. 

Ese abrazo, ese sentirse parte de algo mucho más grande, la ayudó a sanar los abusos de su niñez. “Para nosotras, la transmisión del conocimiento de las personas mayores es muy importante. Hemos compartido mucho en encuentros de mujeres, en espacios donde intentamos abordar las diferentes problemáticas que vivimos las mujeres mapuche y que también viven las infancias. Creo que con mi historia siempre busqué ir por ese rumbo”, señaló. 

La lucha es colectiva y la sanación también. “La lucha para nosotras, como mujeres mapuche, es una cosa cotidiana, es algo que pasa todo el tiempo y es alegre, forma parte de nuestra vida. Todos los días llego a casa, está mi compañero pensando en alguna actividad, en algo que hay que hacer al otro día, en una manifestación, en una marcha, en un pronunciamiento. Es una cosa permanente la de luchar por nuestro pueblo, por nuestros derechos, por nuestra cultura”, enfatizó. 

Como educadora y profesional, Ivana utiliza su rol de profesora de Química para deconstruir prejuicios en el ámbito académico. “Soy una mujer mapuche que no me avergüenzo de mi identidad y quiero que se visibilice como lo que es: un pueblo preexistente que fue discriminado», subrayó. 

Gracias a ese coraje y el apoyo de su comunidad, pudo emprender una nueva batalla cuando tuvo que elegir el juramento para recibir el título de grado. “Quería jurar por la educación intercultural y por el pueblo mapuche. Ahí empezó otro camino de resistencia, porque en la universidad no se podía. Y si yo no hubiese tenido el compañero que tengo, hubiese sido muy difícil pelear por eso. En un momento ya era muy desgastante seguir insistiendo en algo que me estaban negando”, relató.  

Lo logró y su triunfo fue el de toda una comunidad. “Fue la primera vez que alguien en la Facultad de Ingeniería cambió la fórmula de jura, porque Ingeniería es una facultad muy tradicional y conservadora”, comentó. Ahora toda aquella persona que quiera jurar por la educación intercultural y el pueblo mapuche puede hacerlo.  

Un cambio de apellido y una herida colectiva: la lucha de Ivana reconstruyó la identidad mapuche de su familia 

Foto: pu amulzugufe de la Confederación Mapuche de Neuquén.

Ivana creció en Cutral Co. Cuando decidió cambiar el apellido de su DNI desató una cadena de sucesos dentro de su familia. Aunque desde niña conocía que sus raíces provenían de Covunco, cerca de Zapala, e identificaba algunas prácticas de la cultura, no se percibían abiertamente por temor. “Mi abuela y mi abuelo (maternos) no vivían diciendo que eran mapuches. A ellos les tocó vivir la generación en la que había que negar la identidad, por lo tanto, también la lengua”, contó. 

En esta búsqueda, de la negación pasaron a la reivindicación. “Lo bueno de todo ese tiempo a esta parte, de ir recuperando y reconstruyendo mi identidad mapuche, es que he podido hablar más con mi mamá de ese tema. Ella ha ido recordando”, señaló.  

Relató que una simple palabra como pan, “covque” en mapuzungun, conectó a su madre con la infancia y esas pequeñas demostraciones del linaje mapuche. “Hay muchas de esas huellas que hemos ido recuperando con ella. Si yo no hubiese vuelto a revisar esa historia no creo que lo hubiésemos hablado, porque a mi mamá le cuesta muchísimo hablar ese tema. Y creo que recién ahora, con el pasar del tiempo, lo ha hecho con un poco más de alegría y de asumir también que ella es mapuche, porque no lo dice a viva voz”, enfatizó. 

Y agregó: “Pasa lo mismo con mis hermanos y con el resto de la familia. Es muy difícil decirse mapuche, aunque esté toda esa huella en la familia, los apellidos y muchas prácticas también. Pero esto para mí es importante, recordar que de ahí vengo y que a nuestra familia también le afectó todo lo que pasó en la mal llamada Conquista del Desierto”. 

 

La represión fortaleció la lucha: Ivana Puel Catriel relata el 20 de julio 

A 146 años del genocidio e intento de exterminio de los pueblos originarios, en Neuquén aún existen prácticas racistas, incluso por parte del mismo gobierno comandado por Rolando Figueroa. 

Ivana Puel Catriel estuvo presente en la represión del 20 de julio contra las comunidades mapuches que acampaban frente a Casa de Gobierno en reclamo por la personería jurídica. “Esa semana pude acompañar así, de a ratos, porque estaba trabajando. Yo trabajo todos los días, sobre todo de tarde. Eso fue un domingo, fuimos a la mañana con intenciones de acompañar un rato y preparamos unos mates. Sabíamos que había llegado la orden de desalojo, entonces estábamos esperando a ver qué pasaba, siempre pensando que iba a haber una instancia de diálogo”, comenzó su relato. 

No se imaginaba lo que vendría después: “Y llegaron. Creo que en ese instante yo sentí como que era irreal, que no estaba pasando lo que estaba pasando. Esa mañana yo no tenía puesta mi vestimenta y eso se notó porque, por ejemplo, tenía muy cerca a mi cuñada y a ella vi que la tenían agarrada. Justamente ella estaba con la vestimenta y otras también”. 

La represión iba dirigida hacia el pueblo mapuche, pero sobre todo a las mujeres mapuches. “Vi que estaban muy ensañados y ensañadas, porque había mujeres policías, con las mujeres que llevaban puestas su vestimenta. Eso la verdad que no fui la única persona que lo notó. Hubo algunos tratos muy diferenciados para las personas mapuche y para las no mapuche, y también por lo que se puede ver, que suele ser también un prejuicio bastante importante, un calificativo que usan para ver quién es más mapuche que otro por los rasgos, por el aspecto y, obviamente, por las vestimentas”, enfatizó. 

Frente a la violencia institucional, Ivana tuvo un instante para reflexionar y pensar estrategias. “Me golpearon desde todos lados, me agarraron, me empujaron porque intentaba ayudar a otras personas, pero realmente no me pegaron como a las otras mujeres. En un momento de lucidez traté de pensar que tenía que salirme de ese lío, dejar de pelear, porque veía que se estaban llevando detenido a todo el mundo. Y pensé que si me llevaban a mí también, no iba a poder colaborar y no iba a poder ayudar en nada, que tenía que estar lúcida, grabar, tener registros y hacer algo para que después liberen a la gente que se estaban llevando”, señaló. 

Junto con un weichafe (guerrero en mapuzungun) retrataron la represión y plasmaron la crueldad. “Justo hay una grabación del Lof cantando una canción de León Gieco, «Cinco siglos igual». Y en este momento me hizo señas para que lo grabe. Fue como una manifestación para ser conscientes de lo que estaba pasando, que era muy terrible, pero que también estábamos firmes”, aseguró. 

Si el gobierno de Rolando Figueroa pensaba que a través de la violencia desarticularía la lucha de un pueblo que lleva siglos resistiendo, estaba equivocado. “Creo que nos fortaleció mucho esa represión, contrario a lo que el gobierno supuso. Creo que le salió mal. Le salió mal lo que intentaron hacer. Por ser un domingo intentaron callarlo y eso no pasó. Todo lo contrario, ganamos un montón de apoyo, ganamos que se visibilice (el reclamo por la personería jurídica), que más gente conozca lo que está pasando”, aseveró Ivana. 

Vivir en comunidad, luchar por los derechos del pueblo mapuche, reír y hacer música  

Foto: Carolina Blumenkranc.

Para Ivana Puel Catriel, la música es un canal de lucha y una poderosa forma de expresión. Aunque su origen musical se ancla en géneros como el rock y el heavy metal, su proyecto actual con la banda WEWAY es una plataforma para transmitir las vivencias y el orgullo de las mujeres mapuches.  

La música es un espacio para contar historias de su pueblo con orgullo y lo hace con un instrumento sagrado: el kultrun. “Sentí que fluía con ese instrumento, que tenía una conexión. La primera vez que lo toqué para una ceremonia lo hice con total confianza. Mis lamien (hermanas) me dijeron: ‘Sí, vos tócalo y te va a salir’. Y me salió”, relató Ivana. 

La música es para Ivana una desconexión necesaria y un acto de amor. “Nosotras nos juntamos a ensayar y somos felices. Es algo que acompaña nuestro deseo de poder expresarnos, de conjugarlo con la música y de transmitir un mensaje. Yo creo que transformar un pensamiento en una canción, mostrárselo al mundo, que sea un mensaje que tenga poder y sobre todo que sean mujeres, porque las mujeres siempre hemos sido silenciadas en la historia, es muy significativo», remarcó. 

Este sábado 20 de septiembre WEWAY abrirá el show que dará Susy Shock en Neuquén, producido por La Revuelta. 

La historia de Ivana Puel Catriel es un testimonio vivo de cómo la sanación personal y la lucha colectiva son dos caras de una misma moneda. Al honrar la memoria de su familia y reconstruir su identidad, no solo encontró su propio camino, sino que también se convirtió en un faro para su comunidad. Su firmeza, ya sea en las aulas, en los círculos de mujeres o en la música, demuestra que la resistencia puede ser una fuerza alegre y transformadora. 

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