Extractivismo afectivo

Por Seba Fanello

¡Ay, chicas! Arranco con drama de chongos. Porque si hay un lugar donde se perpetúa el extractivismo afectivo es ahí, en la relación entre varones. Mi obsesión homosexual: el amor entre varones ¡Qué castigo! ¿Qué están haciendo los tipos para modificar el territorio de lo afectivo? No los veo muy activos, más bien catatónicos, trágicamente panchos. Asumo mi trauma, hago obras con respecto al tema, en relación a nuevas ecologías deseantes entre varones y formas (sexo)afectivas de relacionarnos para que no sea todo tan homo-heteronormativo. Le pongo el cuerpo y así me va. Me saquean los desgraciados. Y no estoy hablando de crypto bros, esa repugnante subjetividad troll hiper mega machista, fascista, homofóbica que enarbola la bandera de esto que nos gobierna (hablaré más adelante de esta lamentable especie). No, no. Estoy hablando de los aliadines, que, con sus saqueos afectivos, nos dejan tiradas.

Obra de teatro «Suburbia».

Con la excusa de mercurio retrógrado se toman el buque demostrando que no han cambiado nada en las formas de vincularse, por el contrario, se han puesto peor. No quiero generalizar, chicas, pero ¡vamos! todas conocemos a uno así. Se llenan la boca de enunciados disidentes para después ejecutar de manual lo que el patriarcado en sangre les ha enseñado. Llamen como le llamen a lo que proponen: pareja abierta, responsabilidad afectiva, poliamor, vínculo exclusivo, trieja, bla, bla, bla, se las siguen mandando. Por suerte están las amigas, que la rescatan a una.

Comparto tristezas de chongo por esto de que lo personal es político y porque creo en eso de colectivizar la pena, o la rabia (no sé bien qué es) y que no se reduzca sólo a los espacios de intimidad. ¿Es el momento para apoyarse en lo colectivo? Lo colectivo es un cuco de donde muchas han huido por no sentirse parte, por no sentirse escuchadas, por sentirse maltratadas. Yo misma he tirado bombas en grupalidades tóxicas que no estaban funcionando, así como también arrojé bombitas de humo cuando tuve que rajarme de otras. Pero la desilusión personal no puede ser motivo de ausencia frente a un mal enorme que destroza a la mayoría. Lo delicado del tema asusta a muchas que ahora, en la urgencia, dudan reintegrarse a la fuerza conjunta que se necesita contra el enemigo, que está cada día más áspero. En cambio, otras, aprovechamos la posibilidad que abriga el estar juntas diseñando estrategias de redes afectivas y políticas que puedan contenernos. Lo colectivo mejora la existencia, está comprobado ¿hay que resetearlo? sin lugar a dudas, ¿borra las diferencias y se lleva puestas singularidades? para nada si mantenemos activo el ejercicio crítico, por más que se crea lo contrario. Ante la devastación de los gobiernos de derecha, somos muchas las que creemos que hay que reconstruir lo colectivo día a día, volver a las alianzas y sus conflictos, reparar, aunque sea de manera momentánea, lo que sentimos destrozado, roto (como casi todo en este capitalismo) esforzarnos en repensar mancomunadamente, comunitariamente, de forma consustancial contra el enemigo fascista. Tal vez esto que ahora escribo no sea más que un llamamiento en ese sentido.

Obra de teatro «Suburbia».

Los feminismos nos han enseñado mucho de lo colectivo. En una entrevista que me hacían durante la gira de la obra “Socorro desnuda” decía que las socorristas promueven un feminismo vital para nuestras existencias, que su activismo reúne aspectos fundamentales de una comunidad afectiva, micropolítica, tan necesaria en estos tiempos de avanzada derechosa, en la cual emerge con fuerza el fascismo contemporáneo y la radicalización de sus pensamientos y prácticas neoliberales en distintos sectores de la sociedad. Las socorristas nos enseñan que las grupalidades pueden existir en sus diferencias, no sin conflicto, que pueden lograr y sostener en el tiempo redes de contención, rediseñar vínculos, acompañarse sofisticando las tareas de cuidado.

Ante semejante red lograda por las chicas, me pregunto… Chabones, viriles, ustedes, los que no son de las masculinidades de la ultraderecha ¿qué están haciendo en el terreno de lo afectivo? Sé que hay activistas, sé que hay militancia y activismo groso encabezado por muñecos, pero en el terreno de lo afectivo ¿se están haciendo preguntas? ¿O seguimos como si nada? Porque en gran medida, ya sabemos, el ascenso de este gobierno fascistizante tiene que ver con una venganza machirula, conservadora y reaccionaria en contra de todas las conquistas que la afectividad colectiva de los feminismos, las disidencias y las minorías han logrado. El famoso fenómeno “backlash”: fuerte reacción adversa contra ideas, movimientos o cambios sociales, en un desesperado intento -por parte de una tropa resentida de virgos, influencers, crypto bros- por retornar a los privilegios supuestamente perdidos, cuestión que envalentona agresiones, violencia y odio libertario de todo tipo: sin ir más lejos hace unos días cobró visibilidad el caso de Juan, un joven homosexual en Palermo, que fue víctima de una brutal golpiza por parte de una grupo homofóbico violento. Y esto por mencionar un caso, pero desde que este gobierno arenga la revancha machista, estos casos de odio están aumentando. Así están estos liber-fachos, ya no en el plano de la amenaza, sino perpetuando realmente ataques contra los feminismos, las disidencias y los colectivos minoritarios. Vuelvo a preguntar, ante este panorama ¿qué hacemos entonces, chabones?

Lo más triste de todo esto, es que esta rancietud de machirulo salpica otros escenarios depredadores de vínculos, donde aparece el extractivismo afectivo entre varones como tendencia agudizada por las estrategias del mercado (no sé cómo será en el mundo de las chicas, se los dejo a ustedes). Me refiero a las aplicaciones de citas, en las cuales los muchachos se exhiben como mercadería, acentuando: su “fecha de elaboración o vencimiento”, es decir su edad; “su empaquetado”, es decir si son más o menos fitness; sus “valores nutricionales”, es decir cuánto les mide o que tan parada tienen la cola; “su control de calidad”, es decir si portan o no alguna enfermedad. De todo esto, por supuesto, mandan y piden fotos: único interés que circula en las apps: el envase, y no es solo un problema de grindr y tinder, esto también se da en “narcisInstagram”.

Obra de teatro «Suburbia».

¡En fin! ¡Está complicada la cosa, muy complicada! La cuestión del afecto entre varones forma parte de mis obsesiones y de mi activismo poético que va armándose y endureciendo la piel contra las artimañas del desafecto. A veces pienso que están en cualquiera, mirándose los bíceps en el espejo, la cola, si está más levantada o saqueando grupalidades con sus daños afectivos. Si bien hay ocasiones donde es más frecuente encontrar compañeros afines a luchar contra el sistema (con todo lo que ello implica para los varones), creo también que hay un entramado más subterráneo lleno de complicidades machistas o de masculinidades de ultraderecha que es urgente revisar y dinamitar. Remarco una vez más, antes de retirarme, que son tiempos de enfrentar y paliar colectivamente los saqueos afectivos que padecemos en los espacios que habitamos con nuestros activismos, sortear las diferencias en nuestras grupas en las cuales logramos sentido de pertenencia. Obviamente, se presentan conflictos y la idea no es encajonarlos ni meterlos debajo de la alfombra, pero sí encontrar estrategias de reparación que no nos desintegren más de lo que el sistema hace. Abracemos juntas el conflicto ahora, hasta que todo vuelva a estar más habitable para todas. Porque el odio neofascista de revancha patriarcal y sus rancios divulgadores están a la orden del día, más violentos que nunca. Son nuestros enemigos en común, ya lo sabemos, chicas.
Ustedes, varones, si alguno está leyendo… ¿harán algo al respecto?

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