Por Melina Fit
Susy Shock es Susana de melena castaña, labios rojos y mirada segura; es Shock de música, arte, resistencia y show. Es Susy Shock y ya, lo que es y transforma arriba del escenario, lo que piensa y activa en los alrededores de su gira nacional que lleva recorrida ya ocho provincias.
El 20 de septiembre se presentó en Neuquén con su Bandada de Colibríes, precedida por la banda de mujeres mapuche Weway. Lanzó al aire sus milongas, tangos y coplas travas. Fue parte de las actividades que viene proponiendo La Revuelta Cultural.
“Me gusta hablar de trava-feminismos, no de trans feminismos. En Latinoamérica y en Argentina tiene un peso político ser trava. Porque lo trava viene a discutir el binarismo, no somos ni hombres ni mujeres. Nos paramos desde otro lado, somos travas. Hemos tomado eso que era un insulto, lo hemos domesticado para nuestros fines, lo hicimos un lugar de pertenencia, de orgullo”, afirma Susy unas horas antes de su presentación, mientras invita unos mates “porque hay que ser buena anfitriona” dice. Afuera el viento y la tormenta alternan protagonismo en los albores de la primavera patagónica.
Así como en su show canta, recita, hace chistes, en la conversación hilvana anécdotas, datos, recuerdos, críticas, análisis, todo junto casi sin parar. Al contar sobre su gira actual retoma lo que fue su recorrida por el país hace quince años, en los albores del debate por la ley matrimonio igualitario. “En ese momento histórico -no solo por la ley porque yo la discutí bastante- sucedió algo muy interesante, en todo el país, algo muy local. Porque siempre tuvimos activismo, inclusive antes de la dictadura, pero siempre había que hacer un trabajo como de irse, ¿viste? Te ibas de tu pueblo, de tu ciudad, tenías que hacer un exilio interno, ir a Córdoba, a Buenos Aires, a una ciudad más grande, para constituirte en la personita que deseabas ser. O porque salías de clóset, porque transicionabas, lo que sea. Lo que pasó y marcó fuertemente la diferencia histórica en ese contexto es que la gente muy joven -sobre todo- decidió quedarse, para cambiar en su pueblo, en su ciudad, en su provincia”, recuerda y agrega: “eso es lo que ahora extrañamos, porque salimos de gira nuevamente, están estas personitas en general, lo que no está es como esa estructura armada, organizada para hacer cosas”.
En el contexto actual Susy reivindica lo trava como resistencia y sobre todo como construcción de lo nuevo: “Los cambios los hicieron las travas: Lohana Berkíns, Diana Sacayán. Hay algo de eso que inclusive creo que es lo que nos mantiene. El momento donde el mundo tira a lo binario y creo que las generaciones más jovencitas que vienen a hablar de lo no binario se miran ahí. Se vuelven a espejar en eso, hay algo de lo trava que les seduce, que les guía. ‘No somos ni hombres ni mujeres, eso fracasó’ te dicen. Es muy potente. Sigue siendo algo incómodo y me encanta que así sea para discutir políticamente”. También asegura que parte de los cambios en las nuevas generaciones tienen que ver con las referencias: “hoy hay generaciones que pueden ponernos a las travas como espejo, nosotras teníamos que leernos en las mujeres para construir nuestra identidad. Hoy hay un montón de posibilidades de ser travas, de ser trans, muy lejos -y esta es otra batalla ganada- de que el paradigma sea solamente la muerte los 35 años, el trabajo sexual, los policiales, el chiste berreta de la variete. Hay un montón de deportistas, de pensamiento, de música, de arte, de formas de vestirse, de estéticas, me suena alentador para las generaciones jóvenes. Yo creo que en eso también vencimos. Hemos dejado un montón”.
Además de la música, Susy trae literatura. Su último libro “La Loreta y Pibe Roto”, aborda historias de amor, de dolores, de luchas, de vidas travas. “La Loreta puede ser cualquiera. Está llena de Loretas. La Loreta es un país, es una historia que llega hasta antes de la ley de identidad de género, que entiendo yo que es el momento del entramado de la comunidad trava, específicamente, se arma políticamente una comunidad y logra el cambio de un país. Y Pibe Roto es una historia absolutamente personal, muy cercana, que también me habilita a verme en esos dos países distintos: la reciente asunción de Milei como época y a la vez nuestro recorrido, y en realidad hay algo que las une: lo trava, siempre lo trava”.
Susy irrumpe, con sus brillos, con su voz, con sus canciones -que también emocionan hasta las lágrimas-, y sobre todo con su mirada crítica: “después de esta porquería que nos gobierna, lo que viene tiene que ser algo que también haga un nuevo movimiento. No podemos volver a las cosas que no funcionaron. Yo creo que hay algo del trava-feminismo que no puede ser tan institucionalizado, no puede estar adentro de los gobiernos, tiene que estar discutiendo los gobiernos, incomodándolos”.
En pleno show Susy afirma “Cambiamos un país, mirá si no lo vamos a reconstruir, mejor todavía”. Los aplausos la acompañan hasta la salida, donde nos espera y regala abrazos.
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