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Eduardo Altamirano, secretario de prensa del sindicato de camioneros, fue el vocero en una conferencia de prensa realizada el jueves 3 de marzo de 2011. Anunció las medidas que decretaron por lo que consideran un ataque a su secretario general Hugo Moyano, en tanto la justicia suiza pidió sea indagado por supuesto lavado de dinero. La medida finalmente fue levantada.

Altamirano, en su fundamentación acerca de un paro nacional que se iniciaría el lunes 7 a las 6 de la mañana, vertió una cantidad de calificativos y una suerte de amenazas si se continuaba con el intento de seguir indagando a Moyano. Al referirse al papel de algunos medios de comunicación dijo que “es como dice Moyano: lo único que me falta -que creo que no se van a animar- es que digan que me vieron con un travesti o que me hice travesti, es lo último que falta que digan” (encima insisten con nombrar a las travetis en masculino).

Más allá del análisis político acerca de la medida y su posterior suspensión, acerca de las internas del partido justicialista, etc., nos parece que lo peor para un sindicalista es justamente estar sospechado de actos ligados con la corrupción. Realmente ser visto con UNA TRAVESTI o HACERSE TRAVESTI no es lo “peor” que le puede pasar a un dirigente sindical ni a nadie y tampoco sería lo peor que puede decir la coorporación de los grandes medios de prensa.

Comparar posibles actos de corrupción con el travestimo es un exceso de discriminación, es seguir ubicando a las personas que hacen opciones acerca de su identidad de género en un lugar de condena y delito social que no se merecen. Es travestofobia. Hay que condenar esos actos violatorios de los derechos humanxs.

Para nosotras, un insulto sería que a una travesti le dijeran “sos como Altamirano / Moyano”

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