Por Carolina Reynoso, Directora de “Yo aborto. Tu abortas. Todxs callamos” en relación a la proyección realizada en la ciudad de Neuquén el 28 de mayo de 2013 en el marco del “Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres”
La música final de la “Yo aborto. Tu abortas. Todxs callamos” comenzó a sonar en la sala del Museo Nacional de Bellas Artes de la ciudad de Neuquén, Argentina. Yo estaba camuflada entre el público, compartiendo sus risas (sí, es posible reír y pasarla bien mientras mirás un documental sobre el derecho al aborto), sus murmullos, sus pequeñas complicidades. Cuando el rodante comenzó a girar, el aplauso estalló, y Belén de la Colectiva “La Revuelta”, me incitó a pasar al frente mientras se encendían las luces de la sala. Al pararme una mujer que estaba en una butaca cercana me tomó de la mano, se acercó y me dijo con los ojos mojados por la emoción: “Yo aborté”. Lo único que pude hacer es abrazarla y agradecerle. Agradecerle por estar ahí, por hermanarse conmigo, con todas nosotras, por abrir su corazón. Seguí caminando y muchas me abrazaron con sus ojos, otras me sonrieron con su corazón.
Al estar en ese cine hermoso e inmenso, con sus 324 butacas casi totalmente ocupadas, pude ver muchas caras llenas de emoción, de alegría y de amor. Ese día entendí que habíamos logrado eso que tantas veces soñamos despiertxs junto al Productor Santiago Nacif Cabrera y la Asistente de dirección Mariu Lombardi: habíamos realizado una película por el derecho al aborto, pero también una película llenar de amor, de empatía, de sororidad. Hablaron pocas personas en público, sólo dos o tres mujeres se atrevieron entre lágrimas y sonrisas a compartir sus sentimientos, su agradecimiento, sus impresiones ante esa hora y media de imágenes de mujeres bellas, importantes, especiales, y de varones compañeros, antipatriarcales, amorosos. Muchas se acercaron luego, buscando y generando complicidades, intimidades, hermosos momentos que nunca olvidaré. Algunas contándome su experiencia en relación al aborto, otras pidiendo la película para ver con sus hijas e hijos, muchxs docentes pidiéndola para pasar con estudiantxs, otrxs diciendo que ya no callarán. Puro amor, pura complicidad, pura sororidad.
Las casi trescientas personas fueron desalojando la sala, y mi corazón alborotado se fue tranquilizando al ritmo de las charlas llenas de felicidad con las compañeras de La Revuelta, colectiva feminista que hizo posible que la película se mostrara en Neuquén y Fiske Menuco y que yo, como Realizadora, pudiera acompañarla. Mientras disfrutábamos unas empanadas con Belén, Ruth y Martín (hijo de Ruth y compañero de andanzas y vivienda durante esos días especiales en Neuquén), repasábamos y compartíamos cada imagen de esa noche, de la gran cantidad de personas que asistieron, de la heterogeneidad del auditorio, de las palabras bellas que recibimos y de la satisfacción de poder compartir una película cuyo eje gira en torno al derecho al aborto en ese espacio con tantas personas.
Revolución cultural, dijimos varias veces. Quizá la revolución cultural necesaria para legalizar el aborto esté lejos aún, pero hemos sido testigas de una hermosa transformación en nuestra sociedad, que está manifestando claramente que el derecho al aborto legal, seguro y gratuito es un derecho humano que el Estado ya no puedo dejar de lado. A través del apoyo a este tipo de acciones y obras, la sociedad está diciendo que no hacerse cargo del derecho que tenemos las mujeres de decidir sobre el propio cuerpo, tendrá para cualquier gobierno un costo político. Es necesario decirlo y repetirlo hasta el hartazgo: no hacerse cargo de la problemática del derecho al aborto es pianta-votos. Me lo dijeron cada una de las mujeres que me susurraron al oído o declamaron fuerte y claro “Yo aborté”. Me lo dijeron con sus ojos las jóvenes que me sonrieron emocionadas desde sus butacas. Me lo dijeron los varones que se sintieron orgullosos de tener compañeros antipatriarcales que se apropiaron de esta lucha. Se lo dicen a Las Revueltas cada vez que acompañan a una mujer que decide que su cuerpo es suyo y que tiene derecho a decidir sobre él. Lo gritamos las más de 500.000 mujeres que anualmente decidimos abortar en Argentina.
Para cerrar, quiero compartir una frase que Ruth Zurbriggen de la colectiva La Revuelta dice en la película y que creo sintetiza los ejes en torno a los cuales se construyó “Yo aborto. Tu abortas. Todxs callamos”, es decir el derecho al aborto, la identificación y el amor entre mujeres, la sororidad y la reinvindicación de nuestras prácticas: "Las que planteamos la necesidad del aborto legal, lo hacemos porque estamos profundamente involucradas con la maternidad...Defendemos el derecho al aborto legal porque defendemos la maternidad…porque las mujeres sabemos que la maternidad nos cambia la existencia…y como nos cambia la existencia, ¿cuál es la utopía que tenemos? que la maternidad sea elegida, voluntaria, deseada, esperada, que la maternidad nos humanice, la maternidad puede ser bellísima, pero sobre todo si la deseamos, si la esperamos, si la ponemos como proyecto posible".
Abrazos sororiales y feministas
Carolina Reynoso
Militante Feminista
Cineasta
3 de junio de 2013
Fotos de la proyección del documental (Sol Brittos)