Pasá la voz: Hay abusos sexuales en consultorios ginecológicos

Colectiva Feminista La Revuelta
Octubre, día 25 del año 2009

Otra vez un ginecólogo. Esta vez de Neuquén Capital. Como otras, un reconocido profesional en el campo de la medicina. La causa está caratulada como: “Focaccia, Guillermo Horacio s/abuso sexual simple”, y se tramitó en el Juzgado de Instrucción en lo Criminal y Correccional Nº 1, a cargo del juez Mauricio Zabala.

La víctima, una joven de 27 años, profesora en la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNC, a la que llamaremos A.R. Otra vez, UNA que se atreve a denunciar y tras ella -tal efecto dominó- la multiplicación de relatos de muchas otras cuya semejanza impacta. Impacta también -digámoslo- por la constatación de la debilidad subjetiva de esas muchas que no supieron o no pudieron o no se atrevieron a denunciar. Las tretas de la “indefensión aprehendida” bajo el manto de un sistema que jerarquiza roles, estereotipos, prácticas médicas.

La denuncia de A.R. ya agita las aguas y provoca polémicas. Polémicas que echan mano al sentido común enmarañado en creencias que perpetúan la eficacia simbólica del orden patriarcal; minimizando, negando y hasta ridiculizando las experiencias de las mujeres con la consecuente desresponsabilidad de los agresores.

Y otra vez una situación de abuso sexual nos obliga a la toma de posición. Nos resistimos a dejar que esta causa quede en el silencio de una sociedad que no tolera responsabilizar a esos médicos encumbrados, quienes bajo sus presuntas necesidades profesionales obtienen satisfacción sexual de los cuerpos de las mujeres que examinan, auscultan, exploran, palpan, intervienen.

Vamos a insistir en nuestra apuesta pedagógica que busca desarticular todas las relaciones ilegítimas de poder: no todo vale en una práctica médica. No todos los ginecólogos son inofensivos profesionales prestos a examinar nuestros úteros y nuestras mamas cual asepsia sexual en situaciones de simetría. En un consultorio también hay abusos sexuales. La formulación de las feministas: mi cuerpo es mío lejos está todavía del horizonte de pensamiento de ese poder médico que ejerce coacción, intimidación y abusos de diversa índole, al refugio del título que les otorga un saber académico particular.

Vamos a insistir también –para evitar falsas acusaciones- que como en otros sectores, hay médicas/os que ponen todos sus saberes al servicio ético del cuidado y lejos están de prácticas autoritarias y violatorias de los derechos humanos.

La denuncia fue presentada en Fiscalía General y de Coordinación el 26 de febrero de este año. El hecho denunciado ocurrió un día antes. No era la primera vez que A.R. concurría al piso 12 del céntrico edificio en el que funciona el consultorio en cuestión. A.R. se atendió allí desde sus escasos 14 años, casi como parte de la herencia y el pasaje materno, ya que su madre fue atendida en sus cuatro partos por el mismo profesional. Es así que asistimos a una situación que también contiene abuso de poder y de confianza, que en un primer momento puede provocar la confusión, la paralización y hasta el sometimiento de la consultante.

A.R. refiere a situaciones ya descriptas por la licenciada en Psicología, Susana Velázquez, en su libro “Violencias cotidianas, violencia de género” (Bs. As, Paidós, 2003). Libro que debería formar parte de la bibliografía obligatoria para la designación de jueces/juezas del sistema de (in)justicia existente, dicho sea de paso. La mencionada autora esgrime: “contextualizar desde el género la relación entre un profesional y una consultante es fundamental para entender la situación de poder y de discriminación que se puede crear para ejercer violencia sexual. Y esto es favorecido porque las prácticas profesionales se asientan en el poder que ejerce el saber científico. Esto refuerza en el imaginario colectivo, la dependencia de quienes necesitan asistencia, incidiendo negativamente en la autonomía de la personas en relación con su salud” (Velázquez, 2003:163). Se considera que constituye abuso sexual en el consultorio: comentarios sugerentes acerca del cuerpo; miradas intencionales a determinadas partes del cuerpo; contacto físico inadecuado (roces, manoseos, caricias); revisaciones y obtención de fotos de partes corporales que no son necesarias para hacer el diagnóstico por el que se consulta; demostrar excesivo interés por la vida sexual de la consultante; chistes y comentarios sexuales ofensivos, desubicados o humillantes; propuestas de relaciones sexuales mediante extorsión emocional.

El juez de instrucción Mauricio Zabala, notificó a la querella el 20 de octubre, su decisión de: “SOBRESEER TOTAL Y DEFINITIVAMENTE A GUILLERMO HORACIO FOCACCIA” (sic). Por razones de espacio no analizaremos aquí la idea de definitivamente.

Resaltemos un párrafo del decreto producido por el magistrado, en el que -bajo la órbita de un indiscutible pacto entre caballeros- se culpabiliza a A.R y se agrede a las mujeres todas: “Sumado a ello, la particularidad del presente factum, un profesional que durante una consulta supuestamente excede sus maniobras médicas, las cuales son mal interpretadas por su paciente, que pese a su sensación de víctima de abuso y pese a la confianza de años, nada dijo a su médico ni tuvo la mínima voluntad de poner coto a la situación; resulta poco probable sino imposible ahondar en la subjetividad del imputado y determinar si las maniobras médicas en cuestión son las apropiadas o exceden la lex artis” (las negritas son nuestras).

En todo acto de abuso sexual el único responsable es quien lo ejerce. Sin embargo, la atmósfera machista maloliente que contamina nuestras vidas busca justificaciones e impunidades; se empecina en descreer de los relatos de las mujeres que han decidido no aceptar “los toques de queda” del poder médico, toda vez que ese poder se vuelve abuso a la integridad sexual. Abuso al que jueces como Mauricio Zabala siguen denominando “abusos deshonestos” como si los hubiera “honestos”, como si el movimiento de mujeres y las teorías feministas no hubieran producido literatura archi suficiente para desnaturalizar estas denominaciones propias de un sistema en que los cuerpos de las mujeres están ahí, al acecho de la rapiña patriarcal.

Sabemos como activistas feministas que este caso despertará anticuerpos. Lo que decimos se torna sospechoso por exageradas, implacables e insoportables; también por lo que puede ser tolerado de escuchar. Mientras tanto, están las víctimas que exigen una cuota de justicia. Mientras tanto, hay jueces que tienen la posibilidad de poner cotos a situaciones de impunidad masculinista, como son los integrantes de la Cámara de Apelaciones, donde se presentó un recurso el viernes 23 de octubre. Y hay –asimismo- ginecólogos que merecen ser declarados culpables.

Será justicia. Pasá la voz.

pasa-la-voz2013

El afiche que está acá colgado, está disponible en versión impresa de alta calidad para distribuir en espacios públicos y lugares de trabajo. Es que insistimos en nuestra apuesta política de intentar que estas causas recobren otros sentidos pedagógicos, embarcadas en la posibilidad de que sigamos desaprendiendo para volver a aprender impertinentemente y provocarnos así sororidades y libertades.

Descargar Afiche
3638 x 2572 – 1.2 mb – jpg

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *