Mujeres que luchan por la tierra y contra la violencia

En una toma del oeste de Neuquén, dos jóvenes fueron violentamente amenazadas por sus tareas vinculadas a los derechos humanos y de género, y por enfrentar las reglas que impone el patriarcado capitalista.

Toma Mapu Mew.

Daniela Herrero tiene 22 años y vive en una toma. Es mujer, joven y actualmente desocupada. Es una de las tantas mujeres que en el país se han puesto al hombro la lucha por la tierra, por una vivienda digna. Su reclamo, su exigencia, incomoda a la sociedad y a los gobiernos, que al día de hoy siguen sin dar una respuesta integral al problema de la falta de viviendas. Pero también incomoda su presencia, como mujer joven organizada en el barrio. A tal punto que recibió amenazas, ataques, persecuciones por parte de un hombre “que se cree dueño de la toma”.

Molesta que llevemos adelante una política diferente a la que se suele realizar en estos espacios, molesta que seamos mujeres y que nos organicemos entre nosotras, que no permitamos violentos en la toma, que no nos dejemos pasar por encima, que pongamos firmeza ante los ataques de estos hombres, lúmpenes, que nos atacan por ser jóvenes, por estar organizadas y concientizar a las vecinas”, cuenta Daniela.

Daniela se crió en una familia donde la jefa de hogar fue su mamá, junto a sus 4 hermanas y su hermano. Estudia la carrera de Guía de Turismo y también el profesorado de Artes Visuales en la Escuela de Bellas Artes. Trabajó como empleada doméstica, como niñera, en comercio y dando clases de apoyo. Siempre de manera informal. “Desde que ingresé en la universidad me empecé a interesar por la militancia política, poder activar en los barrios, tomar un nivel de conciencia más amplio sobre lo que sufrimos no solo como mujeres, sino también la clase trabajadora más baja y marginada de la sociedad”, recuerda.

La toma Mapu Mew se conformó a principios de este 2020 pandémico. “Lo que nos empuja a ir a vivir a una toma la necesidad de tener una vivienda propia. Si existieran planes de vivienda accesibles sin importar la clase social, no habría necesidad de tomar terrenos sin servicios básicos para poder vivir dignamente”, asegura la joven, quien participa de la Comisión de Derechos Humanos y Género, y activa en la Agrupación Rojo Violeta Negro. En ese momento, no pudo sostener el terreno por la falta de condiciones económicas.

Hace un mes y medio decidió volver y asentarse definitivamente. “Iba a tomar un espacio que ya estaba decidido por los vecinos que iba a ser una salita o una plaza, así que para evitar problemas y respetar la decisión colectiva, decidimos cortar una calle que no tenía salida. No obstruía la entrada de ningún terreno excepto el de Araceli que, como es mi compañera y nos conocemos, manifestó que no tiene problema. Decidimos hacer una entrada en común”, relata Daniela. “En ese momento me quieren correr de mi terreno por no haber pedido permiso a quien se cree jefe de la toma. Tanto el resto de los vecinos y vecinas, como yo, creemos que tenemos derecho a tener una vivienda y no debemos pedirle permiso a nadie”, asegura.

 

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Daniela y Araceli comenzaron a recibir amenazas, ataques verbales y amedrentamientos que quedaron registrados en videos y publicados en las redes de la Comisión de DDHHyG. Numerosas organizaciones, entre ellas La Revuelta, repudiaron este accionar y acompañaron a las jóvenes. En un comunicado expresaron que “las atacaron por ser mujeres, por ser trabajadoras y por combatir la violencia patriarcal y machista, organizarse con las vecinas e irse solas a vivir a una toma. Pero también, por levantar la voz contra la alianza criminal del patriarcado y el capital”.

En este sentido, Daniela, reafirma que las agresiones tienen un trasfondo personal y político, por el trabajo sistemático que vienen realizando desde la comisión. “Decidimos impulsar la comisión de mujeres en el barrio. Lo primero que logramos a partir de las reuniones sistemáticas con las vecinas, fue no aceptar violentos de género en la toma”, explica. Con esta decisión lograron expulsar a un joven que quiso atacar a su ex pareja con un cuchillo. También organizaron un “Ropero Solidario”, una colecta de comida, frazadas, y elementos de limpieza. Acompañaron situaciones de violencia de género y están realizando los trámites de personería jurídica. “Queremos que en este espacio del ropero, funcione una cooperativa de trabajo y derechos humanos destinada a las vecinas desocupadas, para que tengan un ingreso ya que la mayoría son jefas de hogar”, agrega Daniela.

Acompañada por sus compañeras y compañeros, pasa las noches en casillas vecinas, por miedo a que las amenazas se cumplan. Enfrenta las inclemencias de esta primavera neuquina que trajo días fríos y lluviosos en pleno octubre, mientras levanta y sostiene su terreno a través de una toma porque es la única alternativa para los sectores marginados. Pero también resiste la violencia patriarcal que se profundiza en los sectores con bajos recursos, precarizados, sin acceso a la educación, a la salud, al trabajo, a la vivienda digna.

Protagonistas

Las tomas no son un fenómeno nuevo, así como tampoco lo es la participación de las mujeres en la lucha por la tierra. Son las que levantan comedores comunitarios, las que sostienen las casillas mientras sus parejas salen a changuear, cuidan a les niñes, se cuidan entre ellas. Quizás hoy es tiempo de mayor visibilización. La toma en Guernica en Buenos Aires develó una falencia que se intensificó con la crisis tras la pandemia del COVID: el acceso desigual a una vivienda digna en todo el país, en mayor o menor medida.

La toma Mapu Mew, en pleno oeste neuquino, comenzó con 35 familias y hoy son más de 100. En estos espacios las mujeres, sobre todo las jóvenes, no solo luchan por tener un pedazo de tierra sino porque el barrio que comienzan a forjar esté libre de violencia. “Queremos vivir sin violencia, que Mapu Mew sea un lugar tranquilo. Que cada una pueda dormir en sus casillas sin que pase nada.  Queremos romper con este nivel de violencia que generalmente sucede en las tomas o barrios marginados. Que se deje de estigmatizar a quienes vivimos acá. Soñamos un barrio donde se pueda caminar por la calle sin tener miedo a que te insulten como mujer, a que te roben, a que se tiroteen o golpeen en frente tuyo”, asegura Daniela. 

1 thought on “Mujeres que luchan por la tierra y contra la violencia”

  1. Creo que las agrupaciones feministas deberían solidarizarse con Dolores Etchevere, quien se encuentra amenazada, por razones de público conocimiento. Creo que es un caso de violencia de género, y merece ayuda

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