Graciela Alonso: la feminista irreverente que habitó pedagogías y calles

Graciela ya no vive aquí”, se titula el capítulo del libro “La Revuelta una bio-genealogía” (editado por los 10 años de la colectiva), sobre Graciela Alonso, una de sus fundadoras. Hoy, 1 de marzo de 2021, hace un año que Graciela no está, al menos en este plano.

Graciela no es de las rimbombantes, pero era de las incansables”, dice Ruth Zurbriggen, su compañera de activismo feminista, con la que marchó aquel 8 de marzo de 2001 por las calles de Neuquén, dando inicio formal a la colectiva feminista La Revuelta. Ninguna imaginó –aunque seguro lo planearon en sus deseos más profundos- estar celebrando 20 años de una organización feminista y haber conquistado la legalización del aborto en Argentina. Tampoco que Graciela no estaría para celebrarlo a los gritos por el megáfono, sosteniendo la pancarta, armando vigilias, tejiendo alianzas, brindando con unos buenos vinos tintos.

Graciela falleció el 1 de marzo de 2020, con 59 años, después de batallar con todas sus fuerzas –como todo en su vida- contra una leucemia. Fue madre de 3 hijes, abuela, fundadora de La Revuelta, dirigente del gremio Adunc, profesora de Ciencias de la Educación, investigadora, directora de proyectos de investigación, coautora del libro “Hacia una pedagogía de las experiencias de las mujeres” –entre muchos otros textos académicos-. Fue una gran amiga. Una feminista irreverente. Y tantas cosas más.

Por primera vez en este largo año de ausencia y pandemia, María Trpin, habla de Graciela. Esquiva el nudo en la garganta, parpadea rápido para alejar las lágrimas y se prepara para definir a su compañera de la Universidad y del feminismo: “La conocimos a Graciela nómada, transitando, con mudanzas de un lugar a otro. No le importaba tanto su lugar, sino sus cosas. Había goce y disfrute en ese cambio de escenarios. Tenía la capacidad de irrumpir en los espacios institucionales con picardía. Ella posibilitó el ingreso de nuestras formas feministas en el ámbito universitario”.

María, Graciela y Ruth.

Entre las tres compartieron trabajos de investigación, María y Graciela sobre todo en al ámbito universitario, y trabajaron juntas en la elaboración del “Protocolo de intervención institucional ante denuncias por situaciones de violencias sexistas” en la Universidad Nacional del Comahue.Nos acercaba el disfrute y goce de la investigación. No tuve la suerte que sea mi profe, pero escribimos juntas. Ella tenía la facilidad de poner en palabras simples algunas construcciones o entretejidos que iba haciendo. En eso nos acompasábamos”, recuerda María.  

Para Ruth la ausencia de Graciela tiene un doble sentido, personal y político, o uno: porque lo personal es político. “Nuestra amistad era profundamente política, como lo es para el feminismo. La búsqueda de pensamiento para la resolución de nuestros problemas, ya sean los más íntimos y personales hasta los más públicos, era siempre un ejercicio de reflexión con la otra. Yo perdí a la compañera con la que pensaba la política de La Revuelta, las dudas, los deseos, las apuestas. Hay una presencia de Graciela indiscutible, más de una vez pienso ¿qué haría Graciela? Lo hago para seguir sospechando”, explica Ruth. “Es la relación más larga de mi existencia. Fue también un refugio para pensar las maternidades, fue la persona en la que –creo que era mutuo- encontré un espacio para pensar más profundamente las dificultades que nos trae la maternidad”.

Pionera en pedagogía feminista

Ruth conoció a Graciela cuando la tuvo de profesora en Ciencias de la Educación. “Nadie hablaba de investigación ni siquiera con perspectiva de género, y ella con su compañero de cátedra hablaban de investigación feminista, y nos hacían hacer trabajos en 1999 donde el centro sea la vida y las experiencias de mujeres”, rememora Ruth. “Graciela dejó instalada una pedagogía feminista que tiene efectos en la vida educativa. Hizo un enorme trabajo de formación en la carrera de Ciencias de la Educación”, agrega. En el mismo sentido, María reafirma que “ella pudo establecer un diálogo entre la experiencia y la teoría, fue construyendo pedagogía y un pensamiento afilado, disruptivo, pero a la vez sólido, consistente y que también podía moverse”.

Ruth asegura que Graciela fue pionera en marcar la importancia de la formación, de la investigación, de extender los límites del pensamiento, de cuestionar siempre un poco más. “Tenía esa capacidad de pensamiento irreverente, de punzar aun cuando estábamos convencidas de algo”, dice. “Graciela también nos enseñó de la persistencia, no centrada en el optimismo de que todo tiempo futuro es mejor, sino por la acción. Ella nos dijo ‘ya vendrá la dirección de la facultad de Ciencias’, y supo armar una posibilidad para eso. También sabía replegarse en el momento necesario, sin gastar energías innecesarias. Nos ayudó a dimensionar qué era lo más importante. Llevaba con mucho orgullo su manera de andar y pensar”, afirma Ruth.

Graciela habitaba su biblioteca feminista y la interculturalidad no era para ella un concepto estanco. Formaba parte de varios espacios de activismo y construcción de pensamiento. “Ella ponía el cuerpo y su práctica feminista en todos sus espacios. Estableció otras formas de construcción de conocimiento con y entre las organizaciones. Tuvo un diálogo intercultural con las mujeres mapuches, buscaba visibilizarlas con la idea de cuerpo-territorio, la expropiación, la relación cuerpos-extractivismos y la re significación de sus luchas y sus impactos en otras luchas”, remarca María.

La calle

Graciela cumplía años el 25 de noviembre y no había marcha por la “Eliminación de las violencias contra las mujeres”, en la que ella no estuviera. Porque la calle era su fiesta. “Si hay algo que disfrutamos las tres era el activismo callejero. Un lugar que nos ganamos y en el que nos sentimos cómodas, y siempre acompañadas por la sociedad neuquina. Sabemos que no estamos solas, así como sabemos que somos malas y podemos ser peores”, asegura María recordando las tantas y singulares instalaciones de la colectiva.

Tenía una inmensa capacidad para salirse con una cosa desopilante cuando menos la esperas. Como cuando en una intervención la policía nos cortó la calle y puso una cinta de peligro, nosotras no queríamos entonces ella agarra una tijera y corta la tira. Así de esas, miles. La calle nos potenciaba esos deseos y esos impulsos de mostrar que podíamos”, agrega Ruth.

Graciela presente

Graciela estuvo presente el 30 de diciembre de 2020, cuando el Congreso aprobó la Interrupción Voluntaria del Embarazo, lo está en las marchas de Ni Una Menos, en los socorrismos que siguen al pie de la teta, en los proyectos y acciones cada vez más ambiciosas y amorosas de la colectiva. “Es una ausencia con una fuerte presencia, pero a la vez una ausencia que se siente”, aclara Ruth y agrega: “La recuerdo a Gra abriendo las puertas de su casa, muy generosa. Con esa sonrisa, con todo listo, las copas preparadas, sabiendo que llegábamos”.

Para María, el último viaje que hicieron juntas con “la Gra” fue hacia el Lanín. “Antes del 1 me había ido a hacer el Lanin. El último tiempo ella sabía que yo la llevaba cada vez que iba. Eran las 12 del mediodía cuando hacíamos cumbre y ella a esa hora también fallecía. Para mí ella se quedó ahí, en la tierra de los pueblos originarios, que también era ella, a pesar de ser una huinca total en apariencia física. Fue el último viaje que hicimos juntas”, cuenta sin contener la emoción, pero se repone y le vuelve la sonrisa: “Nos queda a las revueltas hacer el inventario de la mudanza, de la última mudanza de Gra. Liviana, porque eso aprendimos de ella, a transitar livianas, a la Casa Feminista«.

Graciela con su nieto.

2 thoughts on “Graciela Alonso: la feminista irreverente que habitó pedagogías y calles”

  1. un gran reconocimiento a la trayectoria, lucha, coherencia de una mujer que supo estar en cada espacio, en cada reivindicación, una mujer que ha dejado huella. Merecido homenaje a su memoria, que con seguridad seguirá acompañando. Graciela Alonso hoy es un faro potente y hacia allí debemos avanzar.

  2. Constatemente me sorprende con gran felicidad cuanto nos aporta el sur en temas de luchas. Hay mística y sabiduría en esas tierras cercanas de esta lejana centralidad bonaerense.
    Quisiera saber mas de La Revuelta

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