Este domingo en Chile se decidirá mediante un plebiscito si se aprueba o no la nueva Constitución, que reemplazará la escrita durante la dictadura de Pinochet. Los feminismos han sido clave para incorporar derechos de mujeres y disidencias.
Paridad en cargos institucionales, derecho a una vida libre de violencia, reconocimiento a las diversas formas de familias y comunidades, educación no sexista y derechos sexuales y reproductivos, entre ellos el derecho al aborto, son algunos de los grandes cambios que establece la nueva Constitución chilena.
Piedad Oriele, integrante fundadora de la organización “Con Amigas y en la Casa”, de Valparaíso, reflexiona en esta entrevista sobre el proceso democrático, participativo, social y político que se vive en Chile desde 2019. Piedad es madre, enfermera en formación, activista por los Derechos Sexuales y Reproductivos, acompañante de abortos y forma parte del equipo comunicacional de OLA (Observadoras de la Ley de Aborto).
-¿Por qué considerás que fue posible desde 2019 comenzar a debatir una nueva Constitución?
La demanda por una nueva Constitución es una historia de larga data en Chile. Todas las iniciativas, desde el movimiento social o el poder legislativo, chocaban en algún momento con la Constitución del ´80 y se declaraba como inconstitucional. Todo esfuerzo por cambiar el status quo terminaba en el Tribunal Constitucional (organismo creado por la dictadura cívico militar de Augusto Pinochet y que tenía como fin salvaguardar los intereses de la junta militar y la derecha chilena). Es por esta razón que todo debate confluye en la consiga más clara de todas: para cambiar Chile hay que derrocar la constitución de Pinochet.
La revuelta popular de octubre de 2019 fue el punto cúlmine de las injusticias que se venían calentando durante décadas en este país. Que el análisis de las masas rabiosas que se tomaron las calles fuese cambio en la Constitución o nada, no fue casualidad; responde a lo que menciono anteriormente, a las trabas que significó siempre la carta magna de Pinochet para la vida de las personas que habitamos este lugar.
-¿Cuál ha sido el aporte de los feminismos en el debate y redacción de la nueva Constitución?
En primer lugar, la conformación de la Convención Constitucional fue pensada de forma paritaria desde su génesis, cuestión que respondía a las demandas callejeras de igualdad y paridad que hicieron eco durante toda la Revuelta de Octubre.
En segundo lugar, la gran mayoría de candidatas a Constituyentes de izquierda (o provenientes de los diversos movimientos sociales) plantearon durante sus campañas ciertas consignas o principios éticos que recogían demandas feministas históricas que venían discutiéndose en Chile. Reconociendo así, su compromiso con el movimiento de mujeres y con su propio origen.
En tercer lugar, la Convención Constitucional abrió la posibilidad de participación a través de las IPN (Iniciativa Popular de Norma), instancia ciudadana abierta que podía ser presentada por miembros de la sociedad civil y que debía contener una propuesta de articulado para la nueva Constitución y contar con 15 mil firmas de apoyo. De las 2456 IPN presentadas, 78 contaron con el total de los apoyos necesarios para pasar a discusión constituyente. Provenientes del movimiento feminista destacaron: derecho a una vida libre de violencia, reconocimiento a las diversas formas de familias y comunidades, reconocimiento constitucional de los derechos de las niñas, niños y adolescentes; educación no sexista y la consagración de los Derechos Sexuales y Reproductivos.
Lo que señalo no es azaroso; es el resultado de la presión inagotable que ejercieron las voces de las mujeres y sus movimientos articulados. Las feministas estuvimos mirando los caudales que hicieron llegar las demandas sociales de las calles hasta la convención constitucional. Las miramos con ojos fiscalizantes y acechadores, y fue necesario acercarnos a las convencionales de la bancada feminista para organizarnos y cuadrarnos en torno a esa defensa acérrima salvaguardadora de nuestras voces y demandas.
Si bien no creemos que exista una constitución política feminista (por ser la carta fundamental del Estado, y el Estado a su vez, el ejecutor de múltiples violencias), sí estamos convencidas que puede ser una Constitución menos fascista, menos contadora de muertas y más consagradora de derechos.
-Sobre la paridad incluida en casi todo el articulado ¿cómo crees que impactará en la vida institucional de aprobarse el nuevo texto?
Nosotras entendemos la paridad como eso: un punto de partida en las instituciones, jamás como un fin. Sabemos que por sí misma (la paridad) no asegura que nuestros intereses sean defendidos ni que nuestros derechos sean asegurados; para ello nos separamos y agrupamos de forma autónoma sin necesidad de establecer cuotas. De todas maneras, creemos que las instituciones se verán obligadas a permanecer en la senda de la paridad a la hora de establecer sus políticas y en el desarrollo de su quehacer. Es muy difícil retroceder éticamente olvidando la paridad como punto de partida al hablar de justicia.
¿Cuáles fueron las principales resistencias o las más complejas que afrontaron vinculadas a incorporar derechos de las mujeres y disidencias?
El artículo 61 de la nueva Constitución que consagra los derechos sexuales y reproductivos, incluido el aborto, surge de la IPN iniciativa popular de norma “SERA LEY”. Dicha IPN fue presentada por diversas organizaciones feministas (entre ellas: Con las Amigas y en la Casa, CFL Coordinadora Feministas en Lucha y Red de Profesionales por el Derecho a Decidir Chile) y fue la primera IPN en conseguir el total de los 15.000 apoyos necesarios para pasar a discusión constitucional. Menciono este importante antecedente pues las resistencias que se enfrentaron a la incorporación de estos derechos en la Nueva Constitución no vinieron de las mujeres, disidencias o de la sociedad civil en general; las barreras vinieron precisamente de los grupos antiderechos, de la derecha y de los tomadores de decisiones que nunca han estado de nuestro lado.
Las estrategias argumentativas utilizadas por estos grupos son las mismas que utilizan en el resto del mundo; desinformación, mentiras y fanatismo judeocristiano. Con todo, no fueron capaces de sostener la enorme presión social que la Marea Verde sostuvo en los espacios fuera del ex congreso nacional.
¿Qué dice el artículo 61 sobre los derechos sexuales y reproductivos y el derecho al aborto?
Quedan establecidos en el artículo 61 de la Nueva Constitución:
¿Crees que la nueva Constitución es un avance en torno a los derechos de las mujeres y disidencias?
Creo que ningún paso dado en estos términos puede considerarse un avance permanente en nuestras vidas. Los derechos de las mujeres y disidencias permanecen en tensión durante toda nuestra existencia y pensarnos victoriosas al interior de las instituciones puede ser un arma de doble filo que nos provoque bajar la guardia. La Constitución es una declaración de principios de un Estado y es de esperar que ninguna ley, normativa o cuerpo legal vaya en contra de dichos principios. Es allí donde deberemos seguir declaradas en alerta permanente, para que lo establecido como derechos en esta carta magna no sea letra muerta en las leyes que los rijan y desglosen.
A días del plebiscito ¿cómo están los ánimos y cuáles son las expectativas?
Al comienzo decíamos -entre certezas e ironías- ni tan firmes ni tan convencidas; apruebo de salida. Hoy a pocos días estamos más firmes y más convencidas. No porque haya aumentado nuestra confianza en la institucionalidad ni en las herramientas de la misma, sino porque en estos meses de organizatividad e ingenierías mujeriles hemos podido palpar y medir nuestra potencia y energía creadora a la hora de trazarnos objetivos políticos coyunturales. Hacer incidencia política de este lado (institucional) ha sido un gran desafío para quienes hemos elegido el camino de la autonomía a la hora de hablar de derechos, pero sabemos que ese ejercicio de la “doble militancia callejera e institucional” está cargado de profundas ansias de justicia y generosidad. Nos sabemos erráticas, humanas, insuficientes bajo la lógica del otorgamiento de un servicio y, por sobre todo, sabemos que el Estado tiene la obligación de garantizar derechos. La insistencia abortera que hoy vota “APRUEBO” no es más que decirle al Estado Chileno: devuelvan lo que nos deben.
La nueva Constitución será una realidad el 4 de septiembre.
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