Justyna WydrzyŃska:“Este estado es culpable, me ha fallado a mí y a millones de mujeres en este país”

 

La activista polaca fue condenada por acompañar a una mujer a abortar en su país, uno de los más restrictivos en cuanto a los derechos sexuales y reproductivos. Su testimonio en el juicio da cuenta que las violencias  -que no casualmente- se repiten y que motivan la ayuda y la lucha colectiva. “Nuestra respuesta a las injusticias es la justicia de la vida colectiva”, aseguró Ruth Zurbriggen de la colectiva La Revuelta.

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Justyna y sus compañeras fuera de los tribunales. Foto www.socorristasenred.org

Soy inocente, lo digo en voz alta: este estado es culpable y me ha fallado a mí, a Ania, a Iza de Pszczyna, a Agnieszka de Częstochowa y a millones de mujeres en este país. Pido la absolución”*, dijo Justyna Wydrzyńska durante el juicio que se desarrolló en su contra durante febrero y marzo de este año por acompañar a una mujer a abortar. Quien la denunció fue quien era la pareja de Ania, la mujer que abortó, un hombre que de acuerdo a lo que se conoció durante el juicio ejercía violencia contra ella.

El juicio tuvo muchos vaivenes y abrió debates sobre la violencia machista y la libertad de las personas gestantes de decidir sobre sus cuerpos en Polonia, donde el aborto sólo es legal cuando la vida o salud de la embarazada corren peligro (hasta las 22 semanas) o cuando el embarazo es consecuencia de violación o incesto (hasta las 12). Es uno de los países europeos con mayores restricciones legales para acceder al aborto.

Durante su declaración Justyna relató sucesos de su vida que la llevaron a acompañar a abortos y que tienen similitudes con lo que ocurrió con Ania: “En mi caso, la interrupción del embarazo, en la que no quería estar con un hombre que me lastimaba, un hombre abusivo, me hizo dar cuenta de que tengo poder sobre mi propia vida y puedo devolverme a mí misma ese control. Sentí que puedo decidir, y el miedo que sentí no es sólo miedo por mi cuerpo, sino también por la libertad, que es el derecho superior de todo ser humano. Me divorcié en 2009 después de 11 años de matrimonio. Para protegerme y proteger a mis tres hijos. Pero los recuerdos de la violencia todavía están conmigo. Eso no se puede olvidar. Y no se lo deseo a nadie. Mi propio aborto fue un punto de inflexión para mí. No me gustaría vivir en un mundo donde una mujer carezca de acceso a información confiable y al más básico apoyo humano. Esta ha sido mi motivación durante años, que me guía en el activismo”.

Sobre la ayuda que brindó a la mujer, Justyna sostuvo que “lo que escuché en esta sala, cuáles eran exactamente las circunstancias y situación de vida de Ania, solo confirmó mi creencia de que hice lo correcto. Quisiera que jamás ninguna mujer pase por situaciones difíciles sola, que no cuente con el apoyo de nadie, o que incluso su familia más cercana sea su enemiga y actúe en su contra. Creo que ayudar a otra persona cuando pide ayuda desesperadamente porque lucha por su libertad, es nuestra necesidad, es una dimensión de humanidad a la que no renunciaré, no me avergonzaré, ni lo consideraré un crimen”.

La activista polaca remarcó que no se sentía sola durante el juicio, que la acompañaban sus amigas, sus amigos y toda la lucha feminista que no tiene fronteras. También cuestionó la actual ley que prohíbe el aborto tildándola de cruel y ficticia: “la ley no impide que las personas con embarazos no deseados aborten”.

Sobre las organizaciones activistas aseguró que “son la única salvación frente a comerciantes inescrupulosos o métodos peligrosos. Iniciativas como Aborto Sin Fronteras están haciendo un trabajo que debería haber sido propiedad del estado y parte del sistema de salud pública durante años. Llevo 16 años trabajando en esta área y lamentablemente veo como las decisiones del estado empeoran la situación de las mujeres”.

La vida colectiva, la lucha feminista, los lazos amorosos y estratégicos se fortalecen como revancha. En este sentido, Zurbriggen aseveró que “la revancha contra esta decisión sería armar grupos de acompañantes y personas que abortaron para acompañar a Justyna en los servicios comunitarios a los que fue condenada. Esta situación es una muestra de lo justo y necesario que es seguir luchando por la despenalización del aborto en todo el mundo”. 

*Traducción: Mariana Romero. 

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