“La menstruación es un tema de derechos humanos”

Menstruamos.

Meeenstrruamosss.

Sí, hay que decirlo así, sin vergüenza ni tabúes: mens – trua – mos.

Menstruar es sinónimo para muchas y muches de dolor de ovarios. Para otras y otres implica sacar la toallita sin que nadie del curso se dé cuenta y guardarla rápido en el bolsillo para ir al baño. Otras veces supone: faltar a la escuela, dejar de hacer deporte, tener que quedarse en sus casas porque no tienen dinero para comprar tampones o ni siquiera agua para lavar la copita. Está claro, las personas no menstruamos en las mismas condiciones.

Intervención callejera el #3J en un nuevo aniversario de #NiUnaMenos. Foto: Julia Burton

Pero ¿Cuánto cuesta menstruar en Neuquén? ¿Cómo incide en la autonomía de las mujeres, varones trans y no binaries? ¿Cómo puede convertirse en un factor que profundiza desigualdades?

Antes de responder estas preguntas, Gisel Barrionuevo, licenciada en Sociología e integrante de la Dirección de Innovación de políticas públicas de la Subsecretaría de Familia de la provincia de Neuquén propone un foco determinado para abordar este tema: desde una mirada interseccional. Es decir, visualizando los sistemas de dominación y de opresión por los que estamos atravesadxs. Hay que entender, explica Barrionuevo, que las personas que menstrúan no son solamente mujeres, también lo pueden ser varones trans, no binarios, intersex, etc. Además, hay que sumarle la identidad cultural, características socioeconómicas, edad, etc. “Así entendemos que la menstruación puede ser un tema de desigualdad y de marginalidad social”.

Pero, ¿Cuántas personas menstruamos en Neuquén? ¿Cuánto representa el costo de menstruar en nuestros ingresos? Desde la Dirección antes mencionada, decidieron comenzar a buscar respuestas. Para eso, tomaron el modelo que impulsa la Dirección de Economía, Igualdad y Género en el Ministerio de Economía: relevar los precios de los elementos para gestionar la menstruación en distintos supermercados, farmacias y en mercados barriales y evaluar luego lo que ese costo representa en una Asignación Universal por Hije.

Los datos a los cuales arribaron para mayo de este año son reveladores:

  • En Neuquén las mujeres entre 10 y 49 años, es decir el promedio etario en el que se menstrua, representan un 29,4% del total de personas.
  • El costo en toallitas  -se utilizan en promedio 24 unidades de productos para la gestión de un ciclo menstrual-  varía entre $577 (si se accede a “Precios justos”) y $1.560. Para tampones es entre $1.020 (si accede a “Precios justos”) a $1.620 por mes.
  • Si se comparan esos costos con el cobro de la Asignación Universal por Hije (con valor en mayo de $14.905): las familias monomarentales destinan el 10,46% de la  AUH en la compra de toallitas por mes y 10,86% si utilizan tampones (del mayor importe).

“Es un costo muy alto” explica Barrionuevo. Y agrega una variable más a este análisis: “Neuquén tiene un porcentaje superior al 40% de familias con hogares monomarentales. Es decir, que hay mujeres que sostienen solas esos hogares y que si encima incluimos más de una persona menstruando (además de la madre) podemos hablar que en ese hogar se destina cerca del 20% de una AUH por mes solo para gestionar el ciclo menstrual. El costo es muy alto y se empieza a reflejar el término: pobreza menstrual”.

¿Cuáles son las consecuencias de no acceder a elementos para poder gestionar el ciclo menstrual? Hay varios informes que dan cuenta de esta situación, uno es de UNICEF que encuentra que la limitación a acceder a este tipo de elementos incrementa la deserción escolar. “Mayoritariamente las niñas en edad de primaria, dejan de asistir en esos días en que se encuentran menstruando porque no solo no pueden gestionar los productos para su menstruación, sino que tampoco cuentan con una infraestructura acorde a poder visibilizarlo en el aula, a poder pedir permiso para ir al baño, a cambiarse, a poder tener elementos dentro de las instituciones, a hacer uso de agua, jabón”, explica Barrionuevo.  Y enfatiza: “Digamos que son cuestiones sanitarias que parecen muy básicas, pero cuando se asocian a la menstruación son un obstaculizador directo”.

También hay estadísticas, cuenta Barrionuevo, que muestran que cerca del 50, 60% de las personas menstruantes dejan de realizar actividades físicas o recreativas en esos días en que menstrúan. “Hay una etapa de incomodidad, de no poder gestionar también lo que son los dolores, manifestarlos, comunicarlos. Entonces, termina siendo un tema, que por no estar visibilizado, ahonda en la esfera de la vida privada”, explica.

La menstruación no es igual para todxs, ya lo dijimos ¿no? Y Barrionuevo cuenta una anécdota que surgió el 29 de mayo en Ruka Choroi cuando dieron un taller en el Centro de Salud Intercultural que lo pone de manifiesto:  “Comenzamos a debatir si la menstruación está asociada a lo público o a lo privado o si está asociado a algo entre mujeres o a saberes más comunitarios. Y las referentes de las comunidades mapuches nos enseñaron algo muy valioso que es que las ceremonias que ellos vivencian, en su lectura del mundo, hace que las etapas de cambio de las vidas de los cuerpos sean celebradas de forma comunitaria. En cambio, las miradas occidentales son diferentes, a lo sumo nos dicen -cuando comenzamos a menstruar-  que “nos convertimos en señorita”. Está muy bueno hacer estas lecturas y tener historicidad para saber,  según el territorio, qué tipo de enseñanzas hay aparejadas a la menstruación”.

La menstruación como derecho humano:

La menstruación, por tanto, es un elemento que puede profundizar desigualdades. Según la Mesa Federal de Políticas Económicas con Perspectiva de Género, en el tercer trimestre de 2021 la brecha laboral entre varones y mujeres fue del 19.4% (la tasa de empleo en mujeres fue del 43,4%, mientras que en los varones fue del 62,8%) y la brecha de la tasa de informalidad fue de un 10,6% (33,2% de las mujeres tiene trabajos no registrados, mientras que para los varones representa el 22,6%). Por último, la brecha de ingresos representó un 33,4% (las mujeres percibieron $20.829,9 mientras que los varones $31.291,7).

A estos números hay que agregarle que las mujeres y personas gestantes tienen un costo mensual que no pueden elegir.  La menstruación se suma a la lista de desigualdades. La menstruación, explica Barrionuevo, “es un tema que se posterga  -como política pública- porque justamente está asociado a cuerpos de mujeres”. Y enfatiza: “El Estado, en su deber de garantizar derechos a todos los seres humanos, tiene que considerar que la salud –leída integralmente-  también aborda cuestiones de la menstruación. La menstruación es un tema de derechos humanos y cuando se pone en la agenda de los derechos humanos, el Estado tiene que estar al tanto de las necesidades, de las demandas, de una lectura que problematiza una realidad”.

“Es muy importante poner la menstruación en agenda porque es un tema que hace a la  salud sexual no reproductiva y al derecho a elegir cómo gestionar y qué utilizar en la menstruación. También saber cuáles son ciertos cuidados, cómo prevenir riesgos de infección, de enfermedades y demás”, explica Barrionuevo.

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