¿Cómo se nos puede complicar la vida sin ESI?

Graciela Morgade es docente e investigadora de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Y, además, es referencia de la Educación Sexual Integral. Nos regaló unos minutos para reflexionar en torno a la ESI, las nuevas ¿viejas? derechas y los tiempos que se avecinan

— ¿Cómo se contesta o desarman las declaraciones de las derechas argentinas que rechazan la ESI? 

Para que Graciela conteste esta pregunta faltan algunos minutos. Antes, prefiere empezar haciendo un poco de historia. La ESI ya tiene 17 años como ley y tiene su propio recorrido. Y a Morgade le gusta contarlo así: “La ESI viene de un repertorio de luchas, tiene antecedentes que vienen mucho antes de la ley. La ESI surge de la organización de mujeres que lograron poner en común sus malestares, su sensación de desigualdad, las situaciones de violencia que estaban viviendo. La ESI también surge de los movimientos de las personas LGTB (Lesbianas, Gais, ​Bisexuales y Trans) y de la emergencia de diferentes identidades que no se sentían cómodas con la división entre lo femenino y lo masculino. También viene de las líneas críticas dentro del campo de la salud que buscaban discutirle al modelo hegemónico de la medicina el patrimonio exclusivo para hablar de la sexualidad, que lo hacía desde los órganos genitales, desde el contagio de infecciones, de la prevención del embarazo, es decir, desde una visión de la sexualidad biologicista. “La ESI es un producto complejo de muchos procesos que propone pensar que la sexualidad es una dimensión de la vida humana”, explica Morgade, “la ESI propone pensar que el problema no es la sexualidad, sino las relaciones de desigualdad, las omisiones, los silencios, la violencia, la medicalización. La ESI es un proyecto que busca una vida libre de violencias con el deseo que se pueda desplegar lo más ampliamente posible. Pero, no niega  los condicionamientos económicos, sociales, culturales, racistas, etc”. 

— Pero, ¿Quién se puede oponer a esto? 

“Veíamos hacía tiempo que había  familias y algunos sectores que se resistían a la ESI”, cuenta Graciela. ¿Cómo analiza esas resistencias? Morgade las piensa en diferentes niveles: “El primero es el del desconocimiento, del consumo de ciertos estereotipos”. Por ejemplo, hay familias que se oponen a la ESI porque creen que busca que sus hijes tengan una iniciación sexual temprana o porque creen que fomenta el sexo desenfrenado. “Ahí trabajamos mucho con las familias”, cuenta Morgade, “para mostrarles que la ESI es lo contrario, que buscamos sujetos autónomos, para que no se vean presionados o presionadas en estar en situaciones en las que no quieren estar”. 

El segundo nivel de análisis de la resistencia frente a la ESI tiene más complejidad. Es “el cómo le hemos estado hablando a los chicos, a los varones, cómo hemos incluido el tema de las masculinidades”. En ese segundo tipo de resistencia Graciela hace una pausa: “Vemos que a Milei lo han votado más varones que mujeres. Y ahí nos da un dato para pensar ¿Qué es lo que se vio amenazado?”. Y no tarda en contestar: “Se vio amenazado un modelo machista, evidentemente. Pero, el machismo es violento también para los propios varones. Si un chico tiene que demostrar que es “macho” agarrándose a las piñas con otro, pagando las cuentas o escondiendo sus sentimientos, pierde también. El patriarcado es un sistema violento para todas las personas”.

En breve contará cómo desentraña las declaraciones de las derechas argentinas que rechazan la ESI, pero antes, de manera atinada responde otra pregunta:  ¿No es contradictorio que estos sectores que pregonan la libertad se opongan a la ESI, que fomenta – justamente – una vida libre de violencias?

“Es un paradigma”, explica Graciela, “esos sectores proponen la libertad en contra de las formas del Estado. Fomentan la libertad casi absoluta, pero, frente al Estado. Se oponen a la ESI porque entienden que tiene que ser una decisión familiar. Estos sectores están inscriptos en un paradigma que es anterior a nuestra época, anterior a la Convención de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes, que pusieron al sistema de derechos por encima del sistema de la tutela parental. Pero, la convención no niega que las familias tengan responsabilidad sobre las infancias, lo que sí introduce como novedad es que las familias no pueden decidir cualquier cosa. Si las familias educan, alimentan y sobre todo aman a les niñes, el Estado no tiene nada que decir. Pero, si hay violencia de cualquier tipo, debe intervenir. Si alguna vez escuchaste llorar o viste marcas en el cuerpo de un niño, una niña, une niñe, una docente, el Estado tiene que hacer algo con eso. Es más, creo que cualquier persona tiene que acudir a una defensoría para que actúe. Estos sectores que están en contra, quieren volver a etapas anteriores, hay muchos discursos que buscan volver el reloj atrás”.

Graciela se detiene y pone énfasis en el marco normativo vigente que rige en  nuestro país. “Hay un consenso internacional respecto de que los Estados son los garantes de los derechos infantiles. Es decir, los niños, las niñas, niñes no son de nadie, no son propiedad ni de la familia ni del Estado. Son sujetos de derecho en distintos niveles de ejercicio.

Ahora sí, finalmente: ¿Qué contestar frente a los discursos de las derechas? ¿Cómo desarmar lo dicho por el candidato a presidente por La Libertad Avanza, Javier Milei, que dijo que la ESI forma parte de una «agenda postmarxista» y que es la destrucción de la familia? ¿O qué contrarrestar a los dichos de su compañera de fórmula, Victoria Villaruel, que considera que la ESI es un «adoctrinamiento» y que debe ser eliminada? ¿O cómo disputar el sentido frente a lo que dice Ramiro Marra, candidato a jefe de Gobierno porteño por La Libertad Avanza, que con la ESI disfrazan a las niñas de niños ‘para que experimenten lo que es tener el otro sexo’?.

“Depende de con quien estemos hablando”, dice Graciela, “según el público que tengamos enfrente hay que desplegar estrategias diferentes. Porque lo que dicen estas personas está perfectamente estudiado, perfectamente medido. Buscan instalar un pánico moral. ¿Qué es el pánico moral? Es instalar ciertas ideas o proyectos que lo que van a hacer es destruir lo que más quieren”. Siguiendo a Morgade, podemos pensar que el pánico moral que buscan instalar es crear la idea que la ESI es una amenaza al orden público, es un enemigo de un supuesto bien común, por lo que merece ser eliminada. 

Morgade continúa desentrañando las declaraciones del candidato de La Libertad Avanza: “¿A quién le habla Milei cuando dice “agenda posmarxista?” pregunta. Y contesta: “Evidentemente no le está hablando a todo el mundo, le está hablando a un sector para el cual tanto la idea del marxismo como la idea de “ideología” siguen siendo cucos”. Cuando dicen “van en contra de la familia” hay que entender que hay diferentes maneras de ser familia, y que hay situaciones de violencia también dentro de las familias”. 

En referencia a los dichos de las derechas respecto a las identidades trans o no binarias Morgade opta por contestar desde las leyes: “Tenemos una ley de Identidad de Género, otra de Matrimonio Igualitario. Hay que decir que esa discusión ya se saldó, el Congreso lo discutió y las aprobó”. 

Graciela ensaya respuestas, dialoga imaginariamente con distintos sectores y prueba contestaciones. ¿Cuánto punza el argumento “los sectores de derecha vienen por nuestros derechos”? Graciela no titubea, lo dice simple y conciso: “El discurso de los derechos está agotado y eso es peligroso porque los derechos se pueden perder”. ¿Por qué ya no es efectivo?  “Porque las generaciones que nacieron con ciertos derechos, los tienen como piso”. Y cuenta una experiencia personal para dar un ejemplo de esto: ella se casó en 1984. En aquella época la ley y la libreta de matrimonio decían que el hombre fijaría el domicilio y la mujer debía seguirlo. Si en aquel momento, ella quería viajar fuera de las fronteras nacionales con su hija, debía tener autorización de su marido.  En cambio, el padre podía salir con su hija sin que ella lo autorizara. No había, por supuesto, en esa época ley de divorcio. “Muchas de las personas a las que le cuento esto, hoy dan por sentado muchos derechos que no teníamos hace tan solo 40 años”. 

Graciela hace una pausa: “No digo que renunciemos a hablar de derechos pero creo que estratégicamente, además, hay que decir que se nos va a complicar la vida, que vamos a vivir peor. Más que hablar de derechos en términos abstractos, hay que pensar empíricamente, concretamente ¿Cómo se nos va a complicar la vida?”.

— ¿Y cómo se nos puede llegar a complicar la vida sin ESI?

“Hay varios niveles” , empieza explicando Graciela. “Uno puede ser cultural, sería una especie de gran aval a prácticas violentas, en nuestros propios cuerpos y  prácticas discriminatorias hacia las chicas y chicos; existirán más noviazgos violentos, más violencia contra las mujeres, más violencia entre varones, porque no habrá ningún lugar donde hablar del sinsentido de matarse a golpes”. 

“Sin la ESI va a haber muchas menos oportunidades de hablar en clase con otros, otras, otres; no habrá un espacio entre pares para contar eso que nos está pasando”. 

Con menos ESI volveremos a una etapa anterior de pensar que hay trabajos para mujeres y trabajos para varones, o que las mujeres son las que se tienen que encargar de los hijos y de las hijas, y que tienen que  arreglarse como puedan para conciliar trabajo y estudio. La división sexual del trabajo también forma parte de la ESI”. 

La última reflexión que regala Graciela es la siguiente: “Estamos frente a un momento en que muchas personas adhieren a Milei. Pero, cuando te ponés a hablar no creen que todo lo que plantea lo lleve a cabo. Es decir, no adhieren a todo lo que propone Milei o no creen que sea capaz de hacerlo. Tal vez, el gran proyecto pedagógico nuestro es mostrar que sí lo puede hacer. Ya el macrismo desfinanció la ESI; Milei puede eliminarla. No es abstracto. Es concreto”.

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